lunes, 20 de mayo de 2013

FOTOGRAFÍAS GANADORAS PRIMER CERTAMEN FOTOLECTURAS: FOTOGRAFÍA Y LECTURA. IES PADRE POVEDA. CURSO 2012-2013

  Rocío García. 1ºBach. C.Foto ganadora Bachillerato
  Izhar González.4ºA. Foto ganadora 2º ciclo.
Paula Montes.1ºC. Foto ganadora Primer Ciclo

QUIZÁ MAMÁ SIGA AQUÍ-RELATO PARTICIPANTE EN EL III CERTAMEN DE NARRATIVA IES PADRE POVEDA. 2º CICLO. AUTORA: SANDRA MARTÍNEZ


QUIZÁS MAMÁ SIGA AQUÍ

El tiempo pasa, y suele decirse que este marca tus días. Recuerdo que fue un 17 de febrero, cuando las cosas cambiaron, aunque sin saber muy bien el porqué. Cuando lo pienso fríamente me doy cuenta de que todo empezó mucho antes de lo que creía.
Me miré fijamente al espejo la noche de antes. Observaba con detenimiento como mi pelo mojado unido en finos mechones se deslizaba por mi espalda, la cual solo estaba cubierta por unas simples gotas de agua. Y aunque resulte extraño, ese día el espejo estaba diferente, parecía más serio de lo normal, como si quisiera decir algo a gritos. Cada cosa que me rozaba estaba mucho más fría, lo notaba en mí. En ese instante un escalofrío se apoderó de mí y durante unos instantes me hizo temblar por dentro, como si no quisiese salir, por miedo a lo que podría suceder. Quizás solo fuese un simple presentimiento, por ello traté de ocultarlo, de destruirlo con la mayor y más bella sonrisa, no quería darme cuenta de que el destino está escrito y que a veces las cosas no se pueden cambiar
Era una noche extraña, pues la Luna se ocultaba bajo las estrellas y las nubes parecían querer desaparecer. Pocas eran las estrellas que se divisaban en la oscuridad, pues hasta ellas parecían estar avisadas de lo que más tarde sucedería. Por los cristales discurría tristemente cada gota por llegar al final de su camino y el pequeño David correteaba por el pasillo. Parecía que la única que lo sentía era yo. Intenté leer un libro, pero mis pensamientos no me dejaban escuchar la voz que iba contando todo aquello que sucedía entre las letras. Yo misma era cociente de que solo una persona podía tranquilizarme, y en ese instante entró por la puerta con una taza de leche y desprendiendo todo lo que le rodeaba en el aire. Ni siquiera sé como lo hacía. Ella solo llegaba me daba un beso en la frente y hacía que se solucionasen los problemas como por arte de magia.
Pero al día siguiente las cosas cambiaron. Me desperté un poco aturdida pero nuevamente intenté esconder todo aquello que sentía. Estaba con David desayunando y sujetaba una pequeña taza de café con la mano, el cual desprendía u aroma que podía sentirse desde fuera. No era un presentimiento, era una realidad, como algo que no se puede explicar, solo se siente y al final se sabe.
 Mamá entró, cogió un pequeño trozo de bizcocho, le hizo un amable gesto a David en la nariz al que este respondió con una sonora sonrisa. Se volvió hacia mí, y al cogerme la mano me dio un beso en la mejilla dejando su carmín rojo al borde de mi rostro, y antes de cerrar la puerta dijo que nos veríamos por la tarde, despidiéndose, quizás para siempre, con la mejor de sus miradas. Pero antes de salir le dio un efímero beso a papá acompañado de una dulce sonrisa, la cual era la marca más bonita de su identidad. Al instante mamá salió de casa, impregnando el pasillo con su perfume, el cual nunca cambiaba y aquel que permanece ahí día tras día, como si no quisiera marcharse jamás.
Y así fue como a partir de entonces las cosas cambiaron y ya nunca más volvieron a ser lo que eran. Papá entró en casa, con sus intensas pupilas azules encharcadas. Intentó decir algo, pero las palabras no querían salir de sus labios de esa manera. Se acercó a nosotros, me agarró fuertemente y sujetó a David de la mano. En ese momento solo nos abrazó, para demostraba que nos necesitábamos más que nunca. No hizo falta que dijera, pues a veces las cosas están en el aire. No hace falta que nadie lo diga porque simplemente se saben, pero aunque sea duro, hay que aceptar las cosas…o por lo menos eso intentábamos.
La echamos demasiado de menos por todo lo que sido y por todo aquello que seguirá siendo, aunque muchos no lo entiendan. Alguna gente intenta engañarse, ocultarse a sí mismo todo aquello a lo que tiene temor de enfrentarse. Supongo que eso es lo que hacía papá. Cada noche lloraba cuando nadie le veía y aunque jamás nos dijera nada yo sabía que así. Cuando David entraba en su habitación se secaba rápidamente las lágrimas que discurrían por sus mejillas. Trataba de ocultarnos todo aquello que sentía, pero era como un buen secreto que se escondía a gritos. Solía abrazarle cuando menos lo esperaba, pues a veces esto es todo lo que necesitamos, un abrazo de la persona adecuada.
Intentábamos llevarlo lo mejor que podíamos, pero en realidad cada uno estaba algo diferente. David pensaba muy a menudo e ella y cada noche cuando más la echaba de menos me preguntaba que porqué se había ido y que hacia donde podía mirar para encontrarla; entonces le cogía su pequeña y blanquita mano para llevarlo hasta la cristalera de la buhardilla y mirando hacia el cielo de la noche le decía que buscase la estrella más brillante de todo el firmamento, esa era ella, y estaba allí para protegernos día a día.
 David crecía poco a poco y casi sin darnos cuenta se hacía mayor. Me preguntaba muchas cosas sobre mamá supongo que le hubiera gustado pasar más tiempo con ella, aunque en realidad a todos.
 Suelen decir que las cosas suceden por algo, pero esta vez no lo entendía. Nada ni nadie son para siempre, pero intentamos que se alarguen lo máximo posible. Y es que hay personas que deberían durar para siempre, porque sin ellas las cosas son distintas. Las sonrisas no se disfrutan igual, ni los mejores momentos tampoco y lo peor de todo es que pierdes a una de las pocas personas que estará contigo para siempre. Es como si una parte de ti te faltara, como si demasiados momentos por vivir se esfumaran, como si echaras de menos algo que ni siquiera has sentido pero que debería estar ahí.
Y yo…yo en todo este tiempo seguía sin querer asumir que se había ido, que ahora ya no estaba.
Seguía teniendo cada mañana la misma sensación que cuando ella me daba los buenos días. Cuando algo me sucedía, hablaba con ella  y aunque nadie me respondía yo sabía que escuchaba. Y lo que más me consolaba era escribir. Escribía cada vez que lo necesitaba, y aunque cueste creer era la única manera de retener mis lágrimas. Escribía porque me hacía sentir bien y porque era la única manera de decir todo aquello que sentía, aunque todo ello no llegara jamás a los ojos de nadie, excepto a los de ella.
Esto era lo que más le gustaba a mamá de mí, que tenía la suerte, quizás, de poder plasmar ante los demás todo aquello que estaba dentro de mí y de descubrirme simplemente con ello.
Podía escribir de aquello que se antojase cada noche antes de dormir…el como recuerdo cuando sonreía  y que eso era lo único que me aliviaba, en como pienso todos los días en ella. Lloraba cada noche antes de quedarme dormida, pero jamás conseguí soñar con ella. Y aunque para todos los días pasaban ella parecía estar allí Su perfume permanecía cada mañana en la entrada y el sol aparecía cada domingo tal y como a ella le gustaba, todo parecía recordar a ella. Incluso hasta la brisa cada mañana solía extrañar su rostro.
Era especial, y no es porque fuera mi madre. Era dulce con todo aquello que le rodeaba  y cuando algo le sucedía sus ojos dejaban de brillar y tras su sonrisa se escondían miles de pensamientos, pero jamás dejaba que escapasen, pues hacía como si nada le sucediera cuando alguien le rodeaba.
 Quizás sea una de las cosas que envidiaba a ella, la capacidad de evadirse de los lugares, de hacer que todo fuese efímero dejando una marca con su paso.
Y después de todo lo sucedido y de todo lo escrito, me di cuenta de que esto no era no que hubiera querido mamá, porque ella disfrutaba y sonreía por todo aquello con lo que disfrutaba, al igual que yo cuando escribía. Por todo ello cada vez que algo salía de mí se lo relataba, con una voz que a veces ni siquiera se escuchaba.
Puede que fuera una tontería, una sensación sin más y aunque papá, David y yo estábamos más unidos, seguía sintiendo que ella estaba allí, y es que quizás jamás se hubiera ido y tal como decía David seguía entre nosotros.
Todavía recuerda a la estrella más brillante de todo el firmamento y dice que nos protege, y supongo que a lo mejor no estaba tan equivocado; porque mamá parecía sonreír con nosotros al igual que dormía acurrucada junto a mí cada vez que se lo pedía.
Mamá jamás se había ido, porque cuando solía escribir algo ella estaba junto a mí y disfrutaba una vez más como lo hacía antes. Supongo que seguía aquí, que disfrutaba cada vez que sonreíamos de nuevo y que nos besaba a cada unos en la frente para darnos las buenas noches. Y es que aunque todo esto haya sucedido, las cosas buenas no deberían cambiar nunca y esto era lo que intentábamos todos. Y quizás fue por ello que os dimos cuenta de que aunque mamá se había ido, siempre estaría entre nosotros y que era mejor recordadla con una sonrisa.

Sandra Martínez. 3ºC




domingo, 5 de mayo de 2013

LA VIDA ES UNA AVENTURA QUE DEBEMOS DISFRUTAR- RELATO PARTICIPANTE EN EL III CERTAMEN DE NARRATIVA IES PADRE POVEDA- 2ºCICLO.AUTORA:PAULA HERRERA CASAS




            La vida es una aventura que debemos de disfrutar, muchas veces no sale como uno quiere.
            Cuando somos jóvenes pensamos que los obstáculos que se nos presentan son fáciles de superar, pero desafortunadamente no es así, muchas veces  los problemas no entienden de edad, si eres hombre o mujer, algunas veces no es posible disfrutar de lo que la edad requiere.
            Cuando eres pequeño, deseas regalos, amigos y juguetes para poder disfrutarlos, ir al parque cada tarde, comprar gominolas, etc.
Pero no siempre podrás tener esa alegría y felicidad cuando tu madre te decía de ir al parque para jugar con tus amigos, porque el tiempo pasa y  los años también.
Cuando esos años pasan nos gustan cosas nuevas, como salir, estar con los amigos, conocer nuevas amistades, aprender y sobre todo experimentar cosas nuevas.
            Cuando tu juventud acaba, llega la mejor época, ser abuelitos, para poder recordar viejos tiempos y con ellos poder reírte y llorar de la alegría, contarle a  tus nietos esas historias que tanto te gustaban , sentirte orgulloso de ti mismo  por haber llegado a esa edad y tener a tu familia a tu lado .
            Cuando tienes 16 años, lo último que piensas es que tu vida se acabe tan pronto.
            Un chico de 16 años, él tenía todo una vida por delante, sus estudios, sus amigos, su novia y su mayor pasión; el fútbol. Era un niño alegre, divertido, le gustaba reírse y hacer reír a los demás, era  muy querido por sus amigos y sobre todo por su familia. Él, era tal vez la persona que con poco que tuviese se sentía feliz. No se perdía ningún partido, la verdad es que era un buen jugador, todos los querían en su equipo.
             Era fuerte, pero a la vez y aunque suene contradictorio era débil. Sufrió varias caídas, unas por faltas en los partidos, otras mientras entrenaba, pero él no iba al médico, no quería que su tiempo de juego cesara.
            Un día su rodilla parecía cansada y el dolor le hizo que acudiera al médico, le mandaron reposo ya que fueron varias las caídas y golpes que había soportado esa rodilla.  Al salir del médico, su mundo le golpeó, él no estaba dispuesto a perderse la liga  en la que tanto había trabajado, soñado y entrenado.
Así que decidió guardar en secreto ese reposo y jugar todos los partidos y en ellos marcó bastantes goles.
            En el último partido sufrió otra caída en la rodilla dañada, los médicos tuvieron que ir a por él ya que no podía levantarse del campo de juego.
            Fue ingresado en el hospital y su rodilla tenia muy mal aspecto, él estaba loco por salir de allí y volver a pisar el campo de fútbol.
            El tiempo se hacía eterno en aquel hospital, las horas eran largas y no llegaba el momento de poder salir de aquella habitación, estaba cansado de pruebas, análisis, radiografías y ningún médico le decía nada, tal vez por ser menor de edad.
            Los días pasaban y pasaban, él quería salir de allí, el cansancio se notaba en su  cara y estaba preocupado, cada día preguntaba que cuando le darían el alta, pero una vez más no obtenía respuesta.
            Un día vio a su madre llorar y pensó que algo pasaba, así que como nadie le decía nada decidió buscar su informe médico, y en una hoja de esa carpeta , al lado del bolso de su madre , se encontraba su informe médico , pero no entendía muy bien esas palabras : ‘Osteosarcoma de tipo condoblástico de alto grado de malignidad’’
            El tiempo en aquel hospital le hizo saber su significado, tenía un cáncer en la rodilla y la solución era amputar la pierna para impedir que la enfermedad se extendiera por su cuerpo. Todos quedaron atónitos cuando él decidió que por favor no amputaran su pierna, porque era el motor de su sueño, jugar al fútbol, fue una decisión difícil de aceptar, pero él insistía en que sin sus dos piernas no sería feliz.
            Tuvo un tiempo de mejora y le dieron unos días para estar fuera del  hospital, su pierna no había desaparecido pero su pelo sí, no le importaba, se ponía una gorra y salía a la calle con sus amigos, disfrutaba de sus  últimos días, lo que mas le gustaba era ir donde entrenaba su equipo, pero  ahora no iba, todos lo miraban con pena y él decidió que volvería al campo para jugar un partido.
            El médico lo llamo por teléfono, pidiéndole que por favor acudiera urgentemente. Cuando llego a la consulta, el médico que seguía su caso le informó de que le diera una respuesta con respecto a su amputación, pero él seguía negándose y diciendo que sin su pierna no sería feliz, el médico lo intentaba convencer diciéndole que no era consciente del daño que se podía provocar en su cuerpo, pero él ya tomó esa decisión y nada ni nadie lo haría cambiar de opinión. Eran muchas las preguntas que todos sus familiares se hacían al respecto.
            Cada día, estaba peor, no tenia ganas de levantarse, ni siquiera de ir a ver el partido de fútbol con sus amigos, e incluso perdía el apetito.
            Una noche empezó a llorar, su madre asustada fue a su habitación para ver que le ocurría, y él le contó que su novia lo había dejado a las pocas semanas de que le detectaran la enfermedad. A la mañana siguiente se levantó con otro ánimo, decidió llamar a sus amigos para poder disfrutar el tiempo que los  médicos le daban de vida, sus amigos lo acompañaron hasta el campo de fútbol, él  quería levantarse de esa silla y poder correr y jugar como lo hacían sus compañeros, pero por culpa de aquella rodilla no podía realizar su sueño, perdió todo el ánimo, no tenía ganas de estar allí y decidieron llevarlo a su casa.
            A la semana siguiente acudió al hospital para recibir su tratamiento, el día que le tocaba lo pasaba muy mal, sentía que su juventud y sus ganas de vivir se estaban quedando entre las cuatro paredes blancas de aquel hospital , el cual visitaba cada mes mas tiempo. Él intentaba mostrar que estaba bien, porque a veces sentía mas dolor al ver a sus padres y familiares como lo dejaron todo para estar a su lado, el cansancio de su madre que luchaba a su lado para superar este gran obstáculo y como se sentía derrotada por no poder cambiarse por su hijo, ella hubiera hecho lo imposible por estar en el lugar de su pequeño.
            El tratamiento era duro y lo peor que él no mejoraba, era superior la enfermedad, así que los médicos tras repetir pruebas decidieron poner un tratamiento mas fuerte y esperanzador, aunque mas duro para él, tendría que visitar a diario el hospital, pero sus ganas de vivir y superar esta enfermedad podía con todo. Así que cada día recibiría el tratamiento.
            Pasaron unos meses y el tratamiento hizo efecto, por fin no tendría que visitar en unos días en hospital, podría ir a casa y estar tranquilo durante un tiempo hasta repetir las pruebas.
            Durante este tiempo no echo de menos esas cuatro paredes, decía que eran unas vacaciones en las que tenia que disfrutar de lo que mas quería que era su familia y por su puesto ir a ver el fútbol, su equipo lo recibió con gran alegría y cariño, entro al campo como soñaba, andando y sonriente, aunque con ayuda de unas muletas, pero estas no les impidieron dar unos toques al balón. No podía hacer muchos esfuerzos por que se cansaba rápido. Su vida parecía haber dado un giro, sentía mas esperanza que nunca y sus ganas de luchar no cesaban.
            Todo lo bueno se acaba, y estas vacaciones terminaron con la llamada de el doctor que seguía su caso, en compañía de su familia escuchaban las palabras que el doctor decía, cada una de las palabras que pronunciaba se clavaban en su mente, aunque algunas no quisiera escucharlas.
            No había solución, la enfermedad ocupo no solo su rodilla, sino que se estaba extendiendo por toda su pierna, el se aferro a la vida con todas sus fuerzas  y acepto su amputación, las lagrimas se adueñaron de él, pero pensó que esa decisión haría feliz a su familia y él aprendería a vivir sin su pierna.
            Antes de la operación no paso mucho tiempo porque era algo que había que preparar pronto y todo fue programado para hacer la intervención lo más pronto posible.
            El jueves era el último día que vería su pierna con la que tantos goles marco y a la que quería a su lado, pero llegaba el momento de despedirse de ella. El lunes eran las últimas pruebas, no lo podía creer que sería la última vez que tendría que pasar por esas maquinas.
            El martes una llamada apago todas las esperanzas, el doctor quería verlo, así que otra vez a visitar esas cuatro paredes blancas, la noticia que le dio fue horrible, su enfermedad se había extendido por todo su cuerpo, así que no merecía la pena llevar a cabo la operación programada.
            Los resultados de aquellas pruebas fueron terribles, tenía metástasis y no había nada que hacer.
            Su vida se terminaba con su pierna como él quería, todo acabo aquella tarde en la que su corazón dio su último latido.
            La vida no fue fácil para él , solo espero que esté donde esté haya conseguido sonreír, aquí todos te recuerdan con cariño, diste todo lo que tenias, hiciste de nuestras vidas algo bonito y singular .

PAULA HERRERA CASAS-3ºA











CONCERTO-RELATO PREMIADO-2º CICLO. III CERTAMEN DE NARRATIVA. IES PADRE POVEDA. AUTORA: MARÍA GÓMEZ REGALADO




“CONCERTO”

Aplauden durante casi un minuto. Todos esperaban ansiosos su actuación, anunciada en carteles colocados en la puerta del teatro, en las paredes del conservatorio… Sabían que lo haría bien, que disfrutarían oyéndola, pero no imaginaban cuántas horas de ensayo había detrás de ese concierto. Todo ese tiempo podía haberlo dedicado a hacer otras cosas, o tal vez a no hacer nada, pero prefirió practicar, para no decepcionar al poco público que sabía que habría y, especialmente, para no decepcionarse a ella misma.

Cada vez que tiene una audición importante recuerda sus primeros años, cuando apenas podía tocar, cuando no le importaba la música, antes de saber que no se le daría nada mal, que querría dedicar su vida a eso.

Es probable que ni la mitad de la sala se llene, incluso puede que ni dos filas completas estén ocupadas, pero ella está nerviosa. Está nerviosa porque no quiere fallar, porque teme que se le olvide el pasaje en el que se perdió durante el ensayo, porque tiene que tocar cientos de notas que no verá en la partitura, sino que las tiene grabadas en su mente. Es mucho más vistoso cuando se toca un concierto de memoria, pero pocos se paran a pensar el esfuerzo que se está haciendo al recordar, de principio a fin, seis, o siete, u ocho hojas.

Ha calentado durante quince minutos, pero ahora tiene las manos frías, y sin embargo le sudan. Le duelen un poco los dedos. Sabe que si le tiemblan será más difícil cambiar de posición, pero confía en que sepa mantener la calma.

De camino al escenario una niña pequeña se fija en su vestido y lo admira. Va sencilla pero elegante, discreta y deslumbrante. En la punta de sus zapatos se esconden pedacitos de algodón porque le quedan grandes. Se ha recogido el pelo. Puede pensarse que es por motivos de estética, le queda bastante bien, pero ella solo quiere que no le moleste mientras toca.

Sube el pequeño escalón y saluda sin exageraciones. Aparta el atril; hoy no va a utilizarlo. Sonríe al pianista que la acompañará en esta ocasión. Él le devuelve la sonrisa junto con una mirada compasiva, porque sabe lo que está pensando.

Se coloca el violín suavemente y respira: primero para tranquilizarse, y una segunda vez para dar la entrada.


Y empieza el concierto. Primer movimiento. “Allegro”:


Arco arriba y forte. Enérgico, con fuerza.  La primera nota ha hecho que en la habitación se respire el virtuosismo que desprende. Se adentra en el pasaje de semicorcheas mientras ruega que le salga bien. Pero ya lo ha hecho mil veces, y esta es solo una más. Apenas da tiempo a ver sus dedos. Cambian de posición a la velocidad que una abeja mueve sus alas. Nadie sabe qué está haciendo, solo saben que les gusta, pero ella conoce cada acorde por el que pasa, cada cadencia…conoce el sonido de cada silencio.

Pone ganas en el crescendo y se nota. Llega a un trino preciso, exacto, ni muy rápido ni muy lento.

Es una parte tensa. Ritmos rápidos y cambios de primera a cuarta, de cuarta a segunda y de segunda a sexta. Dobles cuerdas: terceras e incluso alguna décima. Hace que parezca fácil, pero es lo que más le ha costado. Al principio pensaba que nunca lo conseguiría, pero ahora está tocándolo, y lo está tocando bien. Más que bien. Se nota que en su música hay sentimiento. Mientras ella toca imagina una historia a la que le está poniendo banda sonora. Estas preguntas y respuestas en sforzando le recuerdan a una pelea. Por eso está tan seria. Por eso, y porque está concentrada. Parece que vayan a saltar las cuerdas.

Acorde de tónica.

Para sorpresa de todos, sigue ahora con algo que no esperaban. La pelea parece haber terminado. Piano…pianissimo… pequeños reguladores, muy, muy pequeños, casi inaudibles, pero están ahí y ella hace que se intuyan. ¿Qué está imaginando? Se imagina a ella misma tumbada en la playa. Está poniendo el sonido al rumor de las olas.

Va subiendo poco a poco. Ya va por mezzoforte. Las olas se hacen cada vez más grandes. Es como si se aproximara una tormenta. ¡Y forte! ¡Allegro y forte! Es la pelea de antes que se repite aunque transportada una tercera mayor. Son otras notas queriendo decir lo mismo.

Es consciente de que se va acercando a un sitio peligroso. No puede desconcentrarse. Fallar una nota puede llevarla a fallar todas las demás. Cambiar un arco puede confundirla. Todo debe ir en su sitio. Se muerde el labio. Intenta olvidar que es difícil. Se dice a sí misma que puede. Y puede.

Ha vuelto la calma. Va decrescendo… mezzoforte, piano, pianissimo… Nota larga con un delicado vibrato.


Segundo movimiento. “Andante”:


Empieza solo el piano. Todo va bien. Ya apenas está nerviosa. Ahora es el pianista quién le da la entrada con un pequeño movimiento de cabeza. Parece un susurro. Suave, despacio… Su mano se mueve delicada. La pulsera plateada de la muñeca izquierda acompaña al vibrato. Va subiendo en escala hasta llegar a un sol con cuatro líneas adicionales. Es todo agudo, como si estuviera hablando una niña. Eso es lo que imagina: una niña pequeña recogiendo flores mientras canta. No sube el matiz excepto en dos ocasiones. Es monótono pero no pesado. Es bonito. Cierra los ojos. No olvida una entrada, un bemol o un sostenido, una sola dinámica…

Este no es precisamente su movimiento favorito. A todo el mundo le gusta escucharlo. Relaja, llena el aire de calma… pero a ella le aburre tocar despacio. Hace una subida y al volver a bajar… calderón y acaba.


Tercer movimiento. “Vivace”:

Lleva ya diez minutos tocando. ¿Se habrá cansado la gente? Este movimiento es el que más le gusta. Imagina un barco de piratas. Porque es fuerte, rápido, bueno, muy rápido y con muchísimos cambios. Da un pequeño acento a cada cambio de arco, como si se balanceara el barco. No hay cambios hasta después del silencio. El pianista toca un compás y entonces llega su entrada. Los dos instrumentos se van contestando. Articula cada dedo y se pueden entender claramente cada una de las fusas. Hay varias repeticiones del tema principal con alguna pequeña variación.

Llegan al siguiente tema. Algo distinto. El piano solo acompaña marcando el ritmo. Ella tiene complicados cambios. Debe dar impulso al arco. Debe ir subiendo el volumen cada vez más de forma progresiva. Empezó piano y cuando te quieres dar cuenta está en forte.

Acorde.

Piano solo y su entrada. Fusas que ascienden. Fusas que descienden. Vuelve a ascender y desciende de nuevo y puente hacia una última vez del tema.

Por ser el final toca con más decisión que nunca, con más coraje y, por supuesto, orgullosa de lo que ha hecho.  Se reconoce perfectamente que es el final del concierto, pero nadie quiere que termine. Ni siquiera ella quiere terminar, pero todo lo que empieza, acaba.

Tónica. Dominante. Tónica.

Silencio.

Todos contienen la respiración. No se escucha nada. Se baja el violín tan suavemente como se lo colocó hace diecisiete minutos y treinta y cuatro segundos. Inclina la cabeza hacia delante a modo de saludo.

Estallan los aplausos. Se escuchan varios “bravos”. Ha sido el resultado esperado. Ha sido magnífico. Ha sido perfecto. No puede evitar que se le dibuje una sonrisa mientras baja del escenario y cruza el corto pasillo. La gente la mira al pasar.

Ya está junto a su funda, quitando la almohadilla al violín y sigue escuchando los aplausos.

Se apoya junto a la pared. Cierra los ojos y echa la cabeza para atrás. Respira hondo dos veces. Se ha quitado un peso de encima.

Al salir varias personas la felicitan. La saludan. Le dan besos.

Una vez en la calle siente el frío en la cara, igual que mientras tocaba sentía que le ardían las mejillas.

Ahora está segura de que ha merecido la pena todo ese esfuerzo. Sabe que no importa cuánto le haya dolido el cuello, ni los callos que tienen en las puntas de sus dedos. No lamenta haber perdido aquella excursión por asistir a su clase. Cuando sus amigas estaban en la fiesta ella estaba estudiando para un examen, pero está convencida de que en este momento se siente mejor que todas ellas. Apenas comió al mediodía porque estaba nerviosa. Se ha agobiado y enfadado varias veces porque le faltaban horas en el día.

Pero, ¿qué importancia tienen ahora todas esas cosas? ¿Qué son comparadas con lo que siente? Las cosas que se consiguen fácilmente no saben igual. Hoy se siente bien porque trabajó duro para lograrlo.

Es consciente de que cada año todo será más difícil. A lo mejor hasta las vacaciones no vuelve a saborear ni un minuto de tiempo libre. Pero es música, porque es lo que quiere ser. Está contenta.

Esta noche ha dicho algo especial al público con su “Concerto nº 5”.


MARÍA GÓMEZ REGALADO- 3ºB