"Cuando Javier regresó de aquella su estancia en la Isleta, que tan importante fue para la poesía, nos lo contó a unos amigos, frente a un vaso de vino"
Con Luis y con Javier
El buen Luis Rosales me
enseñó, a todos
nos enseñó, que una ola había
de tener
la estatura de un niño
para recordarnos que así es
la vida,
que acertamos en todo
salvo en aquello que más
queremos.
Qué espectáculo, el mar.
En esta ensenada del Moro,
el mar es el gran escenario
en que las olas son gente.
Una, Medea que llora con
desconsuelo,
esa otra Antígona altiva
con su casco guerrero con
penacho.
Olas que son personajes
de un drama inacabado.
Mi amigo Javier Egea estuvo
aquí.
Y contó las olas una a una
sin saber que cada una
era un instante menos que le
restaba de vida.
Luis Rosales nunca estuvo
aquí,
pero yo os lo cuento.
El mar, Luis, es la
felicidad.
¡No hay nada, y de pronto
está todo!
Hasta eso que me dijiste tú
en una ocasión,
y es que la muerte viene
siempre cuestarriba.
De nada tiene culpa el mar,
sino de existir;
es como nosotros mismos.
Y no se apea jamás de su
empeño
por alumbrar con agua
lo que sólo es imperio de la
luz.
Una ola, otra ola, Antígona,
Medea, y Paris en su cuádriga
de fuego,
y Áyax por delante de su capa
negra flameando.
La raíz del tiempo es el mar,
nosotros apenas uno de sus
pálpitos.
Juega el niño-ola de Luis
Rosales,
mientras Egea ríe y ríe
sintiendo en la espuma
el vértigo que le queda por
vivir.
Isleta del Moro,
donde el mar se ve llegar de
lejos.
Inédito. Antonio Enrique
Querida Carmen , te mando un poema que inicialmente, había compuesto para la propuesta de abril. Al ver el homenaje que le estáis haciendo al gran Javier Egea he pensado que podría incluirlo y así poder participar también desde la humildad y el respeto en dicho homenaje. Un abrazo. Pura
ResponderEliminarA Javier Egea
PLENILUNIO
Bruñida en plata, circular y rotunda.
Armónica estampa, la luna plena
calma los abismos de los inquietos mares.
Confundidas las lindes azuladas,
grave en tu esplendor, traes extrañamiento.
Incardinado en ti queda el ingenio
que hizo el hombre, flotante
y audaz sobre las aguas.
¿Quién consiguió prenderse al mástil,
al palo alto que rasga el cielo?, adonde
un pájaro huérfano divisa,
¿Qué tierra firme, qué rama nívea?
Ensoñación o mágico misterio.
¡Urge fijar la imagen!, ! guardarla en la retina!.
Varada, la soledad está aquí dentro,
en el pecho estalla y tiembla.
Estremece la efímera belleza
del navío, que abre balcones en la luna.
¿De qué lugar , que vuelo,
desde que atalaya?
Pura Fernández 13-4-2013