SARA FORNIELES- 2º DE BACHILLERATO-PRIMER PREMIO
-Vacío.
Abro poco a poco los ojos,
tratando de ubicarme o poder recordar algo, todo a mí alrededor era de un
brillante color blanco, los muebles, las paredes, el techo… incluso el hueco
vacío a mi lado en la cama.
Antes lo ocupabas tú, ahora
solamente queda la forma de lo que una vez fuiste. Lloré una y otra vez por tu
ausencia, clamé a un Dios y a cientos, pero ninguno osó en responderme… atenté
contra miles de papeles revueltos sobre un escritorio viejo allá por San
Fernando. Corrí bajo la lluvia tantas horas como me lo permitieron mis pies, y
ahora que te escribo, no habiéndome atrevido a hacerlo anteriormente, no puedo
dejar de pedirte que vuelvas a mi lado.
Necesito ver el mundo como tú me
permitías verlo, observar un viento azul y rojo que arrastraba marrones hojas
en otoño o verdes en primavera; necesito sentarme contigo en aquel banco del
retiro en invierno, con copos de nieve mojando el cuaderno donde te garabateo
unas pocas líneas… ¿Por qué no puedo regresar?,
a ese entonces donde tú y yo éramos uno, donde el baile de los cisnes
seguía nuestro ritmo, o cuando cada nota aislada de una melodía al violín suena
como la bruma que nos abrigaba entonces.
Me incorporo en la cama,
soñoliento y cansado de la misma historia de cada amanecer.
Entré en otro lugar y aún vestido
dejé que mi cuerpo se humedeciese con las gotas que caían. Ya no tengo noción
de nada, tan siquiera siento como el agua me roza bajo la tela, no difiero si
es fría o arde, no veo donde me encuentro a pesar de que ya no es blanco todo
lo que creo ver, cambió todo a un gris doliente y rasgante.
Salgo por la puerta principal,
escuchando algo de mago de öz y me limito a poner un pie delante del otro
perdiéndome en la distancia de ese horizonte que alcancé a tu lado, pero que
hoy me parece tan distante… ya no ansío alcanzarlo, ya no sueño con conquistar
el mundo sino con superar cada día y seguir respirando.
Llego a un paraje, aún temprano,
donde creo que es el lugar en que debo estar… Percibo que alguien me saluda,
pero no hay nadie en realidad, siento que cuanta más gente me rodea más solo me
encuentro y más silencioso es mi grito desesperado.
Me siento y paso horas y horas
viendo a diferentes personas entrar, salir y mientras tratan de llamar mi
atención pero ante mi negativa comprenden que resulta inútil.
Hay un momento donde las otras
personas se levantan y se van, a mi hay algunos que me arrastran fuera, y me
pregunto, por qué no permanecería soñando esta mañana, soñando con esos
recuerdos que me atormentan mientras te pienso, soñando que la mujer alta se
echó a reír, y me señaló con el abanico, cuál si hubiese leído en mi
pensamiento y denunciase al público mi cobardía, como si la muerte de una parte
de mí fuera causa de mofa, burla y dolor.
Al fin acaba ese periodo de
tiempo donde sin sentir nada creo hacer algo.
Después de tu marcha todo entró
en una tensión constante, agravando el azabache por momentos.
Pasaba por la vida como aquel
observador que la ve desde fuera, no como el protagonista de mi propia historia…
Todo lo que hacía era por inercia, porque alguien me instaba a continuar,
porque aún sentía la huella de nuestro pasado, de lo que una vez fuimos…
¡Respóndeme! ¡Maldita sea!
Necesito que vuelvas, me siento como aquel adolescente que pierde a su primer
gran amor, como ese bebé que es arrebatado de los brazos de su madre, como el
desterrado que añora su patria. Mas sólo soy un pobre poeta que ha perdido su
inspiración, sin ella, cada día se repite, es del mismo y deprimente color…
Continúo bajo el amparo de la
negra pena que me envuelve y que hace que cada creación sea una gran nube de
fría lluvia de carbón. Aún sueño con esa alta mujer, que ridiculiza el bloqueo
de un poeta.
Miraré una última vez el
horizonte, te extrañaré siempre, puede que jamás vuelva a escribir como una vez
lo hice, alejados ya todos los colores, incluso los penetrantes blancos y los
dolientes grises, ahora, mientras me alejo hacia el crepúsculo, únicamente me
acompaña el color negro, el bloqueo de un autor.
Sara María Fornieles Verdugo. 2
Bachillerato B. IES Padre Poveda.
NATALIA CORTÉS- 1º DE BACHILLERATO- 2º PREMIO
Esa hipocresía que
tienes que, andas como si todo en la vida estuviese girando entorno a ti.
Esa mala costumbre que
tienes de hacer ese buen papel de víctima para que todos se apiaden de ti, te
tengas lástima e intentas quedar bien con todos, cuando la único que estás
consiguiendo es que la gente se aparte una y otra vez de ti.
Te sientes desolada, ya
nadie te presta atención, puesto que se han dado cuenta que tu papel de víctima
ya está demasiado usado hasta para ti.
Miras y miras a la
gente, miras a tu alrededor, y te das cuenta que te has quedado completamente
sola.
Tristemente, te ves
obligada a juntarte con aquellas personas que tanto criticaste.
Tú, que tan segura
estabas de tus mentiras.
Aquella mujer valiente
se había derrumbado, aquella mujer se había quedado completamente sola por sus
malas decisiones.
Aquella mujer alta que
se echó a reír, y me señaló ignominiosamente con el abanico cual si hubiese
leído en mi pensamiento y denunciase al público mi cobardía, se dio cuenta de
que la única cobarde era ella.
Año 1853
—Señorita Terrance,
tenemos que salir ya a la fiesta privada del Duque Molinten.
Me arreglé el vestido y
volteé a ver a Sebastian, mi mayordomo.
—Enseguida.
Volví a mirarme al
espejo, este vestido apenas me dejaba respirar. Mientras daba los últimos
retoques, mi madre entró– Victoria, ten mucho cuidado –se acercó a mí–.
Contrólate.
—No te preocupes madre,
todo saldrá bien –aunque no quisiera.
Camino a la casa del
Duque, mis nervios aumentaban, tenía que actuar con cautela.
Bajé del carro, yendo
hacia la entrada principal de la casa donde se encontraban la mayoría de los
invitados.
Y allí, parada frente
todos, la vi.
En cuanto me vio, gritó
furiosamente.
El resto de personas
quedaron en total silencio, expectantes.
—Usted –la mujer alta
se echó a reír y me señaló ignominiosamente con el abanico, cual si hubiese
leído en mi pensamiento y denunciase al público mi cobardía– ¿Cómo se atreve,
semejante abolición de la naturaleza, presentarse después de semejante horripilad?
–la única que lo sabía, a parte de madre; la única que me odió desde mi
nacimiento, porque el Duque tenía sus ojos en mí, y ella en él. Siempre intentó
acabar conmigo, y ahora, después de lo que vio, lo tenía puesto en bandeja.
Todos allá dentro me miraron confusos– ¡Es una bruja!
Di un paso atrás, mis
nervios me traicionaban, el Duque Molinten entró al escenario observándome
extrañado– ¿Se puede saber qué está ocurriendo?
Años, llevaba años
escondiéndolo, tan solo lo usé una vez para salvarme de la horca…
Agaché mi mirada.
—Me temo que… –apreté
los puños, mi mirada se tornó oscura– la fiesta se acabó.
El suelo, las paredes
empezaron a agrietarse, cayendo los escombros hacia los invitados.
Gritos, maldiciones,
acusaciones…
Nacer con magia no te
convertía en una mala persona, pero si ellos así lo veían, así se los
demostraría.
Enhorabuena a las tres. Seguid escribiendo siempre.
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