SOPHIE MIKKELSEN. PRIMER CICLO. 1ºC
LEYENDA SORPRESA.
En el pueblo de Benalúa vivía un niño llamado Zack. Zack era un niño muy
solitario y solo tenía un amigo, Jack. Zack era un niño muy aventurero en
cambio a Jack no le gustaba la aventura como a Zack. Un día los dos salieron a
los cerros y se quedaron a dormir allí, mientras que leían un libro de
aventuras sobre un tesoro pero para llegar al tesoro tenían que pasar unas
pruebas y trampas para llegar allí. Por la mañana, salieron a hacer parkour,
Jack se sentó sobre una piedra y apoyó su mano y abrió una puerta secreta, cogieron
sus cosas y entraron. Había una puerta que decía ¿Cuántas piernas tiene una
cucaracha? Zack dijo seis, era incorrecta miraron hacia arriba y había un montón
de cucarachas, Jack gritó ocho y era correcta y la puerta se abrió y salieron de
allí corriendo.
Se encontraron con un pasillo muy largo. Zack cogió una piedra y salieron
flechas de todos lados. Los dos tragaron saliva. Zack dio un paso para adelante
y se activo una trampa y salio una flecha pero por suerte la esquivo. La flecha
se clavó en una puerta de madera, abrieron la puerta y había un diario que
tenia todas las soluciones para salir de allí.
Siguieron las instrucciones, escucharon un ruido raro, miraron hacia atrás
y venían las cucarachas, echaron a correr. Llegaron a una puerta que decía <Roma
es el lugar del …> Los dos pensaron. Jack dijo amor, era correcta, así que
se abrió la puerta y entraron, la puerta se cerró de golpe. Los dos cogieron
sus linternas y vieron un esqueleto colgado del techo, los dos gritaron pero
rápidamente se taparon la boca y comenzaron a andar. Jack se apoyó en una
piedra y salio un cofre que contenía una llave en su interior y una nota que
decía <Hay seis llaves y esta es sólo una de ellas>. Zack se apoyo sin
querer en un esqueleto y se abrió una puerta, Jack gritó, Zack corrió y le tapo
la boca y se agacharon porque habían despertado a los murciélagos así que
entraron a gatas. Cuando se levantaron del suelo había jeroglíficos. Los dos se
quedaron pensativos. Escucharon un ruido, era una flecha que venia hacia ellos,
la flecha rompió la mochila de Zack dejando caer el libro de leyendas. En el
diario había unos jeroglíficos con la traducción en su lenguaje. Jack cogió el
diario y lo leyó en voz alta: “Tu mejor arma es un amigo, la confianza que
tienes en él y nunca te separes de el porque será mas difícil para salir de
este extraño sitio.”
Zack se giro hacia él y le dijo: “No te muevas”. Los dos miraron para atrás
y había un monstruo con tres cabezas, cinco ojos en cada cabeza y con un montón
de dientes. El monstruo se acerco lentamente, Jack estornudo y el monstruo fue
a morderlo hasta que de las sombras salio un hombre y le lanzó una antorcha y
se quemó el monstruo, Jack se desmayó. Cuando Jack se despertó, Zack, estaba
hablando con el hombre desconocido. El hombre desconocido se acerco y le dijo:
“No me tengas miedo, me llamo Sam y soy el hombre que escribió el diario”.
Jack se volvió a desmayar. Se despertó otra vez y miro a Zack. Sam les comenzó
a explicar todo lo que había pasado. Al siguiente día, dieron rumbo hacia mas
sitios espeluznantes, raros, ect…
Entraron a una habitación donde había ratas muertas o eso creían pero porsiacaso
no hicieron ruido. Al final de la habitación había un cofre con la segunda
llave. Cogieron la llave y fueron a un estrecho pasillo. Entraron y se dieron
cuenta de que las paredes cada vez se hacían mas pequeñas.
Cuando terminaron el pasillo se encontraron con un puente y un río de lava
por debajo de ellos, al otro lado había un gatito. Cuando el gatito los vio se convirtió
en un ser horrible y corto las cuerdas del puente haciéndoles caer. Sam pulso
un botón y su mochila se convirtió en un avión y Zack y Jack cayeron dentro del
avión y volaron por los aires. El ser horrible despego con sus alas y los
siguió. Delante del avión habían unas montañas y al fondo otra montaña con otro
cofre. El avión esquivo las montañas puntiagudas, mientras que el ser horrible
se chocaba contra ellas. El ser horrible cayó al suelo, Jack le ató una cuerda
en la cintura a Zack porque se iba a tirar a coger el cofre. Cogió el cofre y
sacaron la tercera llave. Llegaron a un campamento abandonado. Zack sospechaba
sobre ese sitio. Sam dio un paso hacia delante y piso una rama muy seca que crujió.
De repente salio un soldado y miles de cucarachas detrás de él. Sam pulsó un botón
y su mochila se convirtió en un coche, el soldado no quiso subirse porque las
cucarachas ya casi lo tenían. Zack, Jack y Sam estaban en el coche mientras que
Sam conducía, llegaron al borde del precipicio, pararon pero las cucarachas
empujaron el coche por el precipicio y se cayeron por el agujero que había.
Cayeron sobre una colchoneta y estaban rodeados por esqueletos con cuernos.
Zack miro a Sam, Sam no estaba, miró al suelo y Sam se había convertido en un
esqueleto con cuernos. También vio mini toros que si te tocaban con los cuernos
te morías. Jack cogió la mochila de Sam para poder subirse en el avión. Se
subieron y comenzaron a volar y a lo lejos veían otro cofre. Aterrizaron en la montaña
y cogieron la cuarta llave. Zack siempre pensaba en lo cerca que estaban para
salir de allí. Jack le pregunto a Zack: “¿Por qué había un soldado? ¿Es qué la
gente que luchó en la guerra vivieron aquí?”. Zack no contesto inmediatamente.
Después de un rato le dijo:”En el libro de leyendas dice “Este sitio fue un
lugar secreto para la guerra hasta que Medusa les convirtió en piedra”. Los dos
se miraron con mucho miedo. Escucharon un ruido, se dieron la vuelta y vieron a
Medusa. Los dos cogieron de la mochila unas gafas de sol, se las pusieron. Medusa
los vio y se acerco hacia ellos, ella tenía colgando de la cintura las tres
últimas llaves. Los dos se miraron y se dijeron: “Estas pensando lo mismo que
yo” Jack movió la cabeza haciendo un gesto de sí. Los dos cogieron sus
mochilas. Zack saco un espejo mientras que Jack saco una pierna de pollo. Zack
le miro y le dijo: “Eres tonto o que te pasa”. Jack le contesto: “Es que tengo
hambre”. Cuando se dieron la vuelta Medusa estaba delante de ellos. Zack se
movió rápidamente y se puso el espejo en los ojos. Jack guardó la pierna de
pollo y saco un espejo e hizo lo mismo que Zack. Medusa se vio reflejada en los
espejos y se convirtió en piedra. Cuando se quitaron los espejos de los ojos
vieron que las llaves se volvieron de piedra también. Jack miró el diario y vio
que había un lago que convertía todo lo de piedra en oro. Los dos dieron rumbo
hacia el lago de oro. Llegaron al lago de oro y encontraron a un monstruo
diminuto hecho de piedra. Jack pensaba que era un juguete, así que lo metió en
el lago junto con las llaves. El monstruo creció y creció hasta los dos metros
de alto, pero lo peor era que tenía las llaves colgando del cuello. Zack vio
dos espadas de piedra y las metió en el lago. Zack sacó las espadas y le paso
una a Jack. Los dos lucharon contra el monstruo hasta que lo mataron. Cogieron
las llaves que le colgaban del cuello y se dirigieron hacia un laberinto.
Entraron hacia el laberinto y allí encontraron pistas para poder salir del
laberinto.
Escuchó un ruido como si alguien estuviera comiendo, miró a su alrededor y
vio a Jack comiendo su pierna de pollo. Escucharon otro ruido como de una bomba,
fueron corriendo hacia el lado de donde venia el sonido y vieron a Sam, era
transparente y no tenia piernas, tenia una cola. Era un fantasma. Ellos no
podían tocarle pero él si podía. El les indico el camino para salir de allí.
Jack se puso muy feliz al ver una puerta con seis huecos para las seis llaves. Abrieron
la puerta y salieron de allí. Miraron el reloj y sólo había pasado un minuto
desde que entraron.
Los dos fueron corriendo a la casa, a explicarles a sus padres todo lo que
había pasado, pero ellos no les creían, así que los llevaron al sitio. Se
apoyaron en la piedra, pero la puerta no se abrió. Los dos se quedaron
paralizados al ver que la puerta no se abría. El padre de Jack se apoyó en una
piedra y se abrió la puerta. Entraron y volvieron a vivir toda la aventura pero
esta vez con sus padres. Salieron de allí, sus padres ya les creían. Sus padres
iban a ir a hablar con la policía y la prensa para que investigaran este sitio.
Jack y Zack les pidieron que no dijeran nada porque era un lugar especial para
ellos.
Todos creemos
encajar en alguna parte. Todos creemos que en algún sitio y en algún momento
habrá algo o alguien que no haga sentir cómodos y queridos. Todos creemos que
estamos destinados a acabar de una manera justa y digna la cual creemos
merecer. También pensamos que la soledad no es atractiva, que la compañía nos
hace humanos y que junto a alguien querido podemos comernos el mundo. Esto
causa una falta de seguridad en nosotros mismos, pensando que debemos tener a
alguien a nuestro lado para estar completos. Que debemos encontrar aquello que
nos de un motivo para levantarnos cada mañana. Y tristemente yo estoy siendo
partícipe y víctima de este sentimiento con el que muchos nos identificamos.
Duele endemoniadamente tener que formar parte de algo tan natural y a la vez
tan enloquecedor como la soledad. Sentada en esta sala de espera de hospital,
observo cómo la vida sigue, la gente nace, la gente muere, y los minutos se me
hacen horas partiéndome el alma y clavándose en el pecho. Y, para rematar,
justo en este momento en el que siento que todo flota, mi memoria selecciona
cuidadosamente los recuerdos más amargos desde que tengo uso de razón. Ya ni sé
si es masoquismo o simplemente dolor acumulado. Antes de que me hunda más,
aparece el doctor por la puerta de la sala. Sólo espero a que se acerque a mí
mientras estudio su semblante e intento adelantarme a los acontecimientos.
Cuando lo hace, se sienta a mi lado y me dice:
- ¿Cómo se encuentra?-
El doctor busca mi mirada pero yo agacho la cabeza. No soy buena mintiendo a la
cara.
- He estado
mejor.
- Ya nos han
dado la autopsia de su padre. Su madre sigue inconsciente. - Me dice, sin
andarse con rodeos. - La causa de la muerte es el desgarramiento por arma
blanca de faringe, tráquea y esófago, y de todos los vasos sanguíneos a su
alrededor, incluyendo la yugular.
- Es decir, se
confirma que no fue un accidente.- Atino a decir, con la voz entrecortada y con
lágrimas que luchan por salir.
-
Efectivamente.-
Aún siento más
nudos en mi garganta, aunque pareciese imposible. ¿Quién puede ser capaz de
hacerle algo así a mis padres? Puedo entender la frustración. Puedo entender la
ira, puedo entender el odio, incluso puedo entender la simple maldad. Pero
jamás entenderé cómo puede alguien arrebatar toda una vida y todo lo que ella
conlleva.
- Su madre se
encuentra sin cambios. Le mantendré informada.- Me dice, levantándose para
posteriormente marcharse.
Ya no aguanto
más. Me voy a casa. Llevo 3 días aquí sin poder dormir. Ya me llamarán si algo
ocurre.
Llego a casa y
todo parece diferente. Ya no hay comodidad ni alegría en el ambiente. Ya no hay
recuerdos de
infancia. Sólo hay dolor, tristeza e impotencia dulcemente mezcladas.
¿Cómo superar la muerte de tus padres? No se
supera, está claro. Casi siempre se da por hecho que los padres morirán antes
que uno mismo, por simple naturaleza. Pero es que la muerte de mi padre y el
coma de mi madre no son por simple naturaleza. Y pese a la fortaleza de uno
mismo, duele. Duele mucho. Me siento tan vacía que si vomitase una vez más
empezarían a salir órganos, incluyendo el corazón. Preferiría morir. Que me
resulte tan indiferente vivir o morir es tan sumamente triste. Dejo que el
llanto y el cansancio me consuma y me quedo dormida.
Varios días después decido pasarme por el
hospital y preguntar por mi madre, aunque la respuesta siga siendo causante de
mi pena. Mientras estoy en la sala de espera, veo como una mujer adulta que no
llegará a los cincuenta me observa como si le fuera la vida en ello. Alzo la
vista e intento leer sus intenciones en sus ojos, pero aparta la mirada en
menos de dos segundos. Tiempo después noto cómo otra persona hace lo mismo.
Vaya. Qué curioso. Me doy cuenta de una cosa. Las personas son capaces de
destruir, de estropear, de perseguir, de arrebatar, de fallar, de torturar, de
matar, de asesinar, de provocar guerras, repartir odio, de controlar un alma e
incluso son capaces de derribar nuestro propio mundo. Sin embargo, no son
capaces de sostenerte la mirada durante más de dos segundos. Malditos adultos,
siempre con sus ridículas vidas repletas de temas banales que no llevan a otro
lado que no sea la inercia y la agonía social, con bolsillos llenos de dinero y
mentes vacías. Intento distraerme con
ese tema para evitar pensar en lo que vendrá después. El médico me informa y
decido por fin cambiar de rumbo. No voy a hundirme en la horrible sensación de pérdida
y vacío. No hasta que consiga lo que merezco. Lo que merecen mis padres. Nunca
venganza, pero sí justicia. Voy a encontrar a esos malnacidos y les recordaré
que la verdad es mi arma de lucha. No la de ellos. El doctor me dice que mi madre ha movido el
brazo como acto reflejo, pero no es nada por lo que tener esperanza. A saber a
qué diablos se refiere con tener esperanza, porque eso es algo que yo ya
tristemente carezco. Y me voy casa. Bueno, a casa no puedo irme nunca más. No
mientras mis padres no estén. En estos
momentos recuerdo las amargas pero reales palabras de Jorge Luis Borges:
''¿En qué
hondonada esconderé mi alma,
para que no
vea tu ausencia
que como un
sol terrible, sin ocaso,
brilla
definitiva y despiadada?''
En lugar de
dejar que el olvido se apodere de mi capacidad de sentir, voy a la comisaría.
Ha habido un homicidio, y por mucho que a mí me destroce que hurguen en la
herida, deben estar investigándolo. Al
llegar al sitio, entro como si de un lugar conocido se tratase y al girar
a la derecha en la primera planta veo una gran pizarra y un escalofrío se
apiada de mi alma. En ella se encuentran dos grandes fotos de mis respectivos
padres, con información personal y no tan personal, otra más pequeña foto mía,
información de personas que desconozco, aunque no por mucho tiempo, y una gran
línea del tiempo que indica el intervalo del ''accidente'' ocurrido aquel
fatídico 17 de noviembre. De repente crece en mí un terror fatal. Una estúpida
pero humana incertidumbre. No sé si podré hacerlo. No estoy segura de poder
sobrellevar todo este cúmulo de situaciones y emociones. Porque yo quiero a mis
padres, más allá de todo y de todos; de mi sed de justicia y de mi osadía. Más
allá de mi enloquecida guerra con algún monstruo sin razón ni corazón. Me acerco al aparente detective que está
apoyado sobre la mesa mirando fijamente la dicha pizarra.
Al mirarme a
los ojos me reconoce casi al instante. Es casi imperceptible, pero no aparta
sus claros ojos de los míos hasta varios segundos. Y yo me sorprendo, al fin
encuentro a alguien que si es capaz de sostenerte la mirada.
-¿Puedo
ayudarle en algo?- Me dice con voz grave y áspera, cohibiéndome con su sólo
estar.
- Eso espero.-
Respondo, inquieta.
- Vamos a la
sala de descanso y le informo de la situación, si le parece.- Dice
levantándose.
- Claro.-
Me siento
enfrente suya, respiro hondo, y me preparo para lo que será un muy amargo
momento.
- Antes de
nada, siento mucho su pérdida.- Ante eso, yo sólo asiento.- Como sabrá, la
muerte de su padre no fue un accidente.- se pausa, tranquilo.-¿Sabe si sus
padres tenían enemigos, alguien que quisiera perderlos de vista, respecto a su
vida o a su trabajo?
- No, no.-
intento mantener la cordura.- Ellos siempre fueron buenos con todo el mundo a
su alrededor. Y respecto a su trabajo, nunca tuvieron clientes que pudieran
resultar peligrosos o algún tipo de amenaza. Al menos, no que yo sepa.
- Bien, bien.-
responde casi susurrando, siendo consciente de lo que esto puede causarme.- Una
vez hablado de formalismos, le diré que ya tenemos un principal sospechoso. -
Eso sí me ha sorprendido.
- ¿Qu- quién?
- Su padre
tenía un cliente del que llevaba varios meses recibiendo amenazas. Dichas
amenazas han sido registradas desde su teléfono móvil, sms, emails y también en
forma de carta. - Aquello me sentó como un jarro de agua fría.
¿Por qué
diablos no me lo contó?- ¿Y qué maldita relación hay entre mis padres y ese
cliente?- respondo ya fríamente. - Dadas las amenazas y la situación del
cliente que aún no hemos podido identificar, es bastante posible que se tratase
de temas de corrupción. Probablemente sus padres se metieron donde no debían,
donde es difícil escapar, y les perjudicó de maneras insospechadas. - Joder-
mascullo entre dientes, queriendo con toda mi ira ir a por ese malnacido y
meterle ya entre rejas. La ira dio paso a una increíble impotencia y más tarde
a unas inmensas ganas de llorar. - ¿Cómo podemos saber quién ese cliente?-
pregunto inteligentemente. - Hay un testigo que lo vio en la oficina de su padre.
Ahora mismo está con el dibujante describiéndolo. En cuanto lo tenga sabremos
quién es.
- ¿Cómo lo
hace?- Digo, intentando mantener mi casi inapreciable calma.-¿Cómo es capaz de
tratar con muertos todos los días y con personas capaces de matar? Yo no podría
hacerlo.-
- Es
imposible. Llevo 10 años como detective de homicidios y no se supera nunca. Se
intenta, créeme, pero el asesinato es algo tan inhumano como humano. Sólo
consigo sobrellevar el día a día pensando en la justicia que intento imponer
por encima de todo y de todos. - Antes de que pueda responder, suena su
teléfono.- Ya tienen el boceto. Vamos a ver de qué hijo de puta se trata.-
- William
Ketfish. .- Dice entre susurros, aunque yo pueda oírle. - Al parecer tiene
antecedentes que incluyen fraude y intento de asesinato hace como 5 años. - Es
nuestro hombre. Vamos a por él- dijo atropelladamente. Cogemos un taxi hasta un
barrio no demasiado bueno hasta llegar a la dirección de su casa. Lo
encontramos y lo traemos a comisaría. El detective lo lleva a la sala de
interrogatorios y cuando ve que yo le sigo se gira y me dice: - No puedes
entrar.- Y me clava sus ojos ahora más oscuros. - Por supuesto que puedo. Estoy
tan involucrada en esto que si intentas detenerme podría volverme loca.-Digo
divertida, aunque no quita que sea verdad. - Está bien.- Responde él también
divertido. Y ahora empieza lo bueno.
- Señor
Ketfish, ¿le han leído sus derechos?-
- Déjese de
mierdas y vayamos a lo importante. ¿Por qué estoy aquí?
- Es usted
sospechoso de asesinato.-
- Ah, ya sé.
Asesinato de esos viejos abogados que se metieron donde nadie les llamaba.-
Apreto la mandíbula ante su contestación y su comportamiento de indiferencia.-
De todas maneras, siendo tan estúpidos como eran, hubieran acabado muertos
igual.- Ahí ya no pudo soportar más, me levanto, y me dispongo a dirigirle unas
palabras. - Escúchame, gilipollas. Este no es tu patio de recreo. Es la
investigación de un asesinato así que déjate de estupideces y limítate a las
preguntas.- En ese punto ya sé que he perdido los estribos.
- Vaya, vaya.
Tú eres la hija de semejante escoria. Eres igual que tus papás, una cría que
cree que se puede meter en temas de adultos que no son de tu incumbencia.- Me
escupe con una sonrisa asquerosa. Cuando voy a responderle el detective me echa
de la habitación. Y yo no puedo hacer otra cosa que no sea hacerle caso.
Cuando sale de
la sala me informa de que tiene motivo, arma y ocasión, pero no hay suficientes
pruebas en su contra. Dice que me llamará cuando haya novedades. Y me voy. No
sé a dónde, pero me voy. Tampoco pensé en que pasaría mucho tiempo hasta que
volviese a pisar la comisaría. Pero pasa. Días. Semanas. Y durante ese tiempo
yo sólo intento escabullirme del olvido. Son muchas noches, y muchos días.
Muchos oscuros demonios que controlan todo lo que soy y todo lo que aspiro a
ser. Este entumecimiento vital me está destrozando, es como si vivieras, pero
no, como si sintieses, pero no. Estoy completamente segura de que las
esperanzas de un feliz futuro son ya inexistentes. Mi vida es un folio en
blanco a la espera de que ocurra algo que merezca ser escrito. Pero el tiempo
pasa. Y mis padres. Joder, mis padres. Me gusta jugar a que ya no duelen, a que
sólo son un párrafo en el nefasto libro de mi vida y no todo un hiriente capítulo.
Y cuando el tiempo me arrastra y pierdo toda racionalidad, el teléfono suena y
el detective de ojos bonitos tiene ya el peor episodio de mi vida resuelto. Y
yo no puedo esperar para darle a mis padres la paz que merecen.
Al día
siguiente me encuentro con él y me lo cuenta todo:
- Esto iba más
allá de lo que pudiésemos imaginar. Ketfish es el que disparó, pero no es el
asesino. Fue contratado por un hombre con el pseudónimo ''Lazarus''. Hemos
investigado, y se trata de un político corrupto ahora retirado que se ha pasado
los últimos 20 años atando cabos con su pasado. Y eso incluía a tus padres. Al
parecer tu padre tenía información que si salía a la luz destrozaría a dicho
político y a todo su alrededor. Y tu madre fue solamente un efecto colateral.
Hemos localizado al político y queremos que tú hagas los honores y vengas con
nosotros a arrestarle. Su nombre es ''Richmond Berkley''. -
Y yo no puedo
hacer otra cosa más que sonreír.- Gracias.-
- No se
merecen.- Me da instrucciones y nos dirigimos al lugar donde se encuentra ahora
Lazarus. Una conferencia. Y soy yo la privilegiada de arrestarle. De ver cómo
la seguridad de su semblante se desvanece a la vez que le indico que está
detenido. De cómo sus ojos pierden vida y razón. Y yo no puedo sentirme más
plena.
Y si la felicidad de poner entre
rejas al culpable de la muerte de mi padre no fuera poca, el doctor me llama
después de meses sin saber de él para decirme que mi madre ha despertado. Que
ha despertado y yo por fin veo luz a través del túnel.
Jamás pensé
poder volver a ser partícipe del bello pero momentáneo sentimiento de la
felicidad, y sin embargo elimino todas las cosas malas, las heridas, la muerte
de mi padre y demás, y centro todo mi ya jodido universo en mi madre, en contarle
que la justicia se ha impuesto como la bandera americana en la Luna y que sólo
deseo su próxima recuperación y bienestar. No sé si es una lágrima de júbilo lo
que asoma por mi mejilla, o si simplemente es una lágrima de impotencia y del
cúmulo de información mal sobrellevado. En cualquier caso, casi corriendo voy a
la salida del ayuntamiento para posteriormente dirigirme al hospital. Mi vida
ha dado un giro tan dulcemente inesperado que es casi increíble. Pero yo
siempre he sido fiel a la posibilidad de casi todas las cosas, así que no me
sorprende. Creí haber perdido las ganas de vivir por este largo y triste camino
pero aún así, aún todas las mierdas posibles que me pudiesen echar encima, una
gran sensación de plenitud y realización personal se instala en mi pecho. Y a continuación entro en el hospital y
pregunto por mi madre. No puedo evitar sentir cierto nerviosismo porque lo que
está a punto de pasar y la vez estoy relajada por lo que supone lo que va a
pasar. Entro en la habitación, y de repente ya nada más es importante. Estoy
completamente segura de que mi corazón se ha saltado al menos un latido. Mi
madre se encuentra con oscuras y pesadas ojeras, con una venda en el brazo y
bastante adormecida, probablemente por la morfina. Pero yo no puedo sentir nada
más que júbilo y ahora creo con certeza que mi corazón y mi alma trabajan por
fin a un nivel constante.
- Mamá...-
Dejo de luchar porque mis lágrimas han decidido tomar su propio camino por mis
mejillas. Mi madre hace una especie de gruñido para intentar levantarse pero yo
la detengo. - No, mamá, está bien. Todo está bien. Todo está bien. Se acabó
sufrir, se acabó. - Lo digo lo suficientemente alto para que lo entienda pero
casi susurrando para tranquilizarla. - Todo está genial.-
Ella sólo se
dedica a sonreír y ya creo plenamente que esa es la única razón por la que yo
estoy ahora viviendo. - Dios, mamá. No sabes lo bello que es verte. Lo bello
que saberte, hablarte. Te quiero. Te quiero muchísimo. -
-
¿Papá..?-Pregunta. Niego con la cabeza. Ella agacha su ahora triste mirada.
Pero mi esperanza por una mejor vida es más clara. Sé que tengo que dar muchas
explicaciones, y sé también que no será fácil salir de este frío pozo. Pero es
esa la principal razón por la que quiero intentarlo. Y, por ahora, eso me es
más que suficiente.