martes, 18 de noviembre de 2014

CARLOS CAPOSIO, ESCRITOR ARGENTINO, VISITA EL IES PADRE POVEDA PARA PRESENTAR SU LIBRO "CAJITA DE CARTÓN"


La revista digital Gealittera es una revista literaria codirigida y coeditada por la escritora argentina Cecilia Ortiz y  por la profesora accitana Carmen Membrilla Olea.Es este un proyecto que surge en agosto de 2014 y que arranca con una fuerte ilusión. A día de hoy han salido ya tres números desde septiembre: LA MEMORIA, REVELACIONES EN OTOÑO y LOCURA. La revista en su corta vida cuenta ya con más de 3000 visitas y con más de 70 colaboradores. Bien, pues este es el origen de todo. Carlos Caposio, colaborador de la revista Gealittera y conocedor de que Carmen Membrilla Olea está en el sur de España se pone en contacto con ella para explicarle que va a iniciar un viaje por Europa con la clara intención de hacer parada en Andalucía y sobre todo en Granada. Le pregunta si existe alguna posibilidad de hacer algo con su libro" Cajita de cartón"; una lectura poética, una charla, una presentación....Carmen traslada la cuestión al Departamento de Lengua y Literatura del instituto en el que trabaja (IES Padre Poveda) y todos a una (Fina Martos, Encarni Ortega, Jairo García Jaramillo, Miguel Ángel Contreras) deciden organizar un encuentro literario donde los alumnos de  4º de la ESO y 1º de Bachillerato puedan conversar con el escritor argentino. Todo está ya arreglado para que el día 5 de diciembre se produzca este encuentro que se traduce como una experiencia enriquecedora desde el punto de vista didáctico y sobre todo literario.
Los límites virtuales establecidos por una revista digital se trascienden y se convierten en una realidad tangible en la que una vez más se activa el poder de las palabras. Sin fronteras. Con la clara intención de compartir, de enseñar, de aprender.

BIOGRAFÍA LITERARIA

Carlos Caposio (Malacara Estepario)
Nació en Buenos Aires, Argentina, en 1978.
Es escritor y periodista, estudió fotografía, cine y cine documental.
Sus primeros relatos, cuentos y poemas, fueron publicados en las revistas: El Portal de Vicente López y Literarte, declaradas de interés cultural por la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación Argentina.
Editorial Dunken, publica en su libro Historia Breves, su cuento, La bocina del último tren, escrito en 2002 por el autor, en una realidad argentina dura, de cartoneros y trenes blancos.
En 2004 gana un concurso internacional y le publican sin costo, cuatro textos en la antología, americana, Huellas Eternas.
En 2011 ediciones Fusión de los Géneros, publica quinientos ejemplares de su primer libro de cuentos, poemas y fotografías, Cajita de Cartón.
En 2012 agotada la primera, saca la segunda edición del mismo libro.

Actualmente trabaja en un libro de poemas y está en busca de un nuevo sello  editorial para presentarlo en los últimos meses de 2014.


TEXTOS DE CAJITA DE CARTÓN



ECUACIÓN DE LAS PAREJAS

Cuanto más se recibe
menos se da,
falta de equilibrio.
Deriva en una especulación porcentual
de dividir el tiempo que doy
para multiplicar las ganas de verme.

Control al cuadrado
igual a mentiras por dos.
Deseos, caricias y besos con decimales
es un amor a la izquierda.

Dominante y dominado,
cincuenta por ciento,
ambas partes responsables.

Más menos mimos
menos más abrazos,
contención,
una mano en la mejilla,
la otra en la cintura,
por dos bocas opuestas,
sí sólo sí,
lenguas enredadas.

Dos enteros en una cama tiende a infinito
al igual que en el suelo, la mesada o la montaña.

Un corazón mayor a la razón
equivale a una mente irracional,
problemas a la décima potencia,
pero la pasión, también tiende a infinito
al pequeño punto de reconciliación
sí sólo sí,
lenguas enredadas.
Inversamente proporcional a la rutina
de amores periódicos y “perfectos”.
Que deriva en:
menos sexo, más trabajo,
por fin de semana de suegras
dividido cuentas por pagar
igual a, “hay que tener un hijo”.

Pero a mayor ganas de uno
menos coraje del otro,
se tiende a elevar la inseguridad del opuesto,
más pequeñas discusiones,
se suprime la apuesta al futuro
igual a vivir el presente.

Mano en la mejilla,
otra en la cintura
sí sólo sí,
lenguas enredadas.

Se entiende de esta ecuación:

Que el amor siempre es desigual
resultante, de desiguales formas de expresarlo.
Que las pequeñas peleas son fuego a la décima potencia
pero periódicas, saturan la memoria del procesador.

Que la raíz cuadrada del amor
es igual a la pasión al cuadrado
dividido menos discusiones
por más reconciliaciones.

Conclusión:

La relatividad de las cosas. Todo es relativo.

El amor tiende a infinito.
Buscar periódica y constantemente.
Sí sólo sí, lenguas enredadas.

COSAS DORMIDAS

No sé si despierten

las cosas dormidas.

Una mesa que tiemble si cargan su lomo.
Un poste de luz, con miedo a tropezar.

Y los caminos
esquivando los autos.
Y las cucharas
flotando en la sopa.

Que tal el obelisco con vértigo,
los almanaques con amnesia,
libros tartamudos,
y molinos de viento
girando y girando en cuartos cerrados.

Quizás despierten las cosas dormidas
y una piedra se estire para tirar una gomera.
Y los alambrados de los campos
como redes gigantes, pesquen ovejas.

Que hay si las guitarras tienen vergüenza.
Si las palabras se agarran de los labios para no salir.

Que tal si los juguetes dejan de jugar a la escondida
con los niños descalzos.

Qué pasa si las balas tienen pánico.

Y las banderas, en un globo gigante,
se llevan volando todos los imperios.

Pero no sé.
No sé si despierten las cosas dormidas.



CAJITA DE CARTÓN
En un rompecabezas las piezas nunca van donde quiere quien lo arma, ellas tienen su lugar, un único espacio dentro de la historia, y las fichas, están destinadas a formar las imágenes que quiere el creador del juego.
Sin embargo, hay sueños que resucitan la libertad.

Ella sólo fue hecha para transportar productos de limpieza, tiene un tamaño igual al resto de sus hermanas, letras rojas y un bonito dibujo.
Es vaciada en el mercado y queda sola. Ya sin alma, descansa en el lecho de un palo de luz.
Tenía un único fin pero ahora llenan su cuerpo con papeles, boletos, bolsas, colillas, tapitas de gaseosas y yuyos.
Se despierta cuando siente en su lomo la felicidad de un niño que la patea y desparrama todo su interior. Una mujer que se muda la llena de Roa Bastos, Cortázar, Saramago y Rulfo y luego la abandona en un árbol que escupe savia.
La lluvia la deja al borde de la muerte pero las heridas cicatrizan con el sol. Su cuerpo no es el mismo, es áspero, rugoso y las letras no se ven.
Hospeda dos bolsas de basura sin importarle el olor, pero cuando se encariña, aparece un camión, una mano la penetra y arrancan su nueva alma dejándola sola, luego de unos chiflidos.
Deja de ser caja cuando destruyen sus extremidades, la apilan con otras hermanas amorfas y es el asiento de un niño que viaja en carrito.
Ya como cartón, corre carreras en carros y, viaja en tren con gente descalza que habla de hambre, cosa que no entiende, por su pasado de cajita de cartón.
Se siente libre, relajada y sin estructuras; dispuesta al destino.
Entonces, el cartón es vendido y se transforma en plata; la plata en pan; el pan en sándwich; el sándwich en comida; y la comida, en sonrisa de un niño.
¿Pero qué pasó con nuestra cajita o más precisamente con nuestro pedazo de cartón ¿A dónde va cuando muere ¿Vuelve a la tierra.

Lo prensaron, lo hicieron pasta, lo estiraron y le dieron una nueva forma.
Si las cajas reflexionaran, quizás soñaría con que su nuevo cuerpo pueda guardar cartas de amor, o encerrar bombones de un amante, o alojar fotos de las que hacen llorar. Pero tal vez ella tenga un sólo fin, y este destinada, únicamente, a transportar productos de limpieza.
Aunque dicen que la esperanza del cartón aumentó desde que un rumor se filtró entre las cajas. Al parecer habría una nueva vida y una simple cajita de cartón sería eterna. En una de sus metamorfosis, podría adquirir la forma de pieza de rompecabezas para crear imágenes con su cuerpo. Así armaría paisajes, rostros, barcos, cielo, fuego y mar.
Luego sería pegada a una madera, tapada con un vidrio, enmarcada y así viviría para siempre en un cuadro.
Pero esto, es un poco más de la incertidumbre de la vida de las cosas. Porque el cuadro, después de muchas generaciones puede ser leña y ceniza, se puede mezclar con el viento y volar hasta algún ojo, ser lágrima de despedida, dormir en un pañuelo de estación que cae por la ventana, y ser un recuerdo archivado, en una simple, cajita de cartón.
Porque en un rompecabezas las piezas nunca van donde quiere el que lo arma, ellas tienen su lugar, un único espacio dentro de la historia y las fichas están destinadas a formar las imágenes que quiere el creador del juego.
Sin embargo, hay sueños que resucitan la libertad.











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