Durante el mes de junio, centraremos nuestra atención en una imagen sugerente donde aparece una mujer envuelta en tul. A mi me salió la vena romántica. A ver qué os sugiere a vosotros. Creo que la imagen se presta para escribir, para pensar y para crear algo sobre ella. Que la disfrutéis.
jueves, 6 de junio de 2013
POEMAS DESTACADOS EN EL MES DE MAYO DE 2013.
Bien, pues ésta era la foto y estos son los poemas que seleccionamos de entre todos los que habéis mandado. Gracias una vez más por estar ahí y por vuestra colaboración.
Y aquí sigo como si nada
mirando ese tren que dejé pasar,
buscando consuelo en la lluvia,
y que quizá,nunca llegaré a encontrar.
A ELENA
Nada nos guarnece del tiempo,
ojo inmóvil de lluvia.
Replegada en ti
como la criatura que fuiste
en el útero materno,
aguardas un segundo nacimiento.
Ya no eres inocente,
sabes que el mullido tapiz
de flores esmaltado
aloja la contumaz ortiga.
Romper aguas, raíl de llanto,
el tren se acerca, alumbra la vida,
dichosa incertidumbre,
¡Escoge bien la próxima parada!.
¡Y llévate el intenso olor de los celindos!
HISTORIA DE ESTACIÓN
Triste espera, solitaria espera
¡Incumplida promesa!
El no vendrá y ni la lluvia llevara el desconsuelo.
El no vendrá y yo te observo…y te espero.
Inocente espera, infantil espera.
¡Ese tren no va a detenerse!
Vos ya te estás enraizando en el andén, y yo, que ya me hice viento, no logro secar tus lágrimas.
ENHORABUENA A TODOS. UN PLACER LEEROS
Samuel Casado Jibaja-3ºB
Con la mirada perdida,
como aquellos montes,
quiero estar yo.
Desaparecer en este tren,
marchar lejos de aquí,
cumplir viejas promesas,
volver a ser aquel niño,
lleno de ilusiones,
lleno de esperanza,
lleno de vida.
como aquellos montes,
quiero estar yo.
Desaparecer en este tren,
marchar lejos de aquí,
cumplir viejas promesas,
volver a ser aquel niño,
lleno de ilusiones,
lleno de esperanza,
lleno de vida.
Laura Porcel Castillo-3ºA
¿Dónde quedó ese recuerdo?
Unas gotas de lluvia
lo iban deslizando por el viejo andén y,
allí, sentada con mi soledad,
mientras mis lágrimas,
cruzándose con la lluvia gritaban
un sonoro adiós.
Unas gotas de lluvia
lo iban deslizando por el viejo andén y,
allí, sentada con mi soledad,
mientras mis lágrimas,
cruzándose con la lluvia gritaban
un sonoro adiós.
Mª Carmen Sierra Robles-3ºC
Y aquí sigo como si nada
mirando ese tren que dejé pasar,
buscando consuelo en la lluvia,
y que quizá,nunca llegaré a encontrar.
Ismael Navarro-1ºC
Esperando en el segundo andén,
una chica bajo la lluvia,
como la ven,
en ese lugar diluvia,
espera a su marido,
que viene de la guerra,
y que ha llegado herido,
se ha tumbado en la tierra.
una chica bajo la lluvia,
como la ven,
en ese lugar diluvia,
espera a su marido,
que viene de la guerra,
y que ha llegado herido,
se ha tumbado en la tierra.
Destacamos también dos poemas que no pertenecen a alumnos de nuestro centro, sino a dos poetas que colaboran con nosotros. Agradecemos su presencia aquí y los animamos a seguir con nosotros.
Pura Fernández
A ELENA
Nada nos guarnece del tiempo,
ojo inmóvil de lluvia.
Replegada en ti
como la criatura que fuiste
en el útero materno,
aguardas un segundo nacimiento.
Ya no eres inocente,
sabes que el mullido tapiz
de flores esmaltado
aloja la contumaz ortiga.
Romper aguas, raíl de llanto,
el tren se acerca, alumbra la vida,
dichosa incertidumbre,
¡Escoge bien la próxima parada!.
¡Y llévate el intenso olor de los celindos!
Omar Majul
HISTORIA DE ESTACIÓN
Triste espera, solitaria espera
¡Incumplida promesa!
El no vendrá y ni la lluvia llevara el desconsuelo.
El no vendrá y yo te observo…y te espero.
Inocente espera, infantil espera.
¡Ese tren no va a detenerse!
Vos ya te estás enraizando en el andén, y yo, que ya me hice viento, no logro secar tus lágrimas.
ENHORABUENA A TODOS. UN PLACER LEEROS
lunes, 20 de mayo de 2013
FOTOGRAFÍAS GANADORAS PRIMER CERTAMEN FOTOLECTURAS: FOTOGRAFÍA Y LECTURA. IES PADRE POVEDA. CURSO 2012-2013
Rocío García. 1ºBach. C.Foto ganadora Bachillerato
Izhar González.4ºA. Foto ganadora 2º ciclo.
Paula Montes.1ºC. Foto ganadora Primer Ciclo
QUIZÁ MAMÁ SIGA AQUÍ-RELATO PARTICIPANTE EN EL III CERTAMEN DE NARRATIVA IES PADRE POVEDA. 2º CICLO. AUTORA: SANDRA MARTÍNEZ
QUIZÁS MAMÁ SIGA AQUÍ
El
tiempo pasa, y suele decirse que este marca tus días. Recuerdo que fue un 17 de
febrero, cuando las cosas cambiaron, aunque sin saber muy bien el porqué.
Cuando lo pienso fríamente me doy cuenta de que todo empezó mucho antes de lo
que creía.
Me
miré fijamente al espejo la noche de antes. Observaba con detenimiento como mi
pelo mojado unido en finos mechones se deslizaba por mi espalda, la cual solo
estaba cubierta por unas simples gotas de agua. Y aunque resulte extraño, ese
día el espejo estaba diferente, parecía más serio de lo normal, como si
quisiera decir algo a gritos. Cada cosa que me rozaba estaba mucho más fría, lo
notaba en mí. En ese instante un escalofrío se apoderó de mí y durante unos
instantes me hizo temblar por dentro, como si no quisiese salir, por miedo a lo
que podría suceder. Quizás solo fuese un simple presentimiento, por ello traté
de ocultarlo, de destruirlo con la mayor y más bella sonrisa, no quería darme
cuenta de que el destino está escrito y que a veces las cosas no se pueden
cambiar
Era
una noche extraña, pues la Luna se ocultaba bajo las estrellas y las nubes parecían
querer desaparecer. Pocas eran las estrellas que se divisaban en la oscuridad,
pues hasta ellas parecían estar avisadas de lo que más tarde sucedería. Por los
cristales discurría tristemente cada gota por llegar al final de su camino y el
pequeño David correteaba por el pasillo. Parecía que la única que lo sentía era
yo. Intenté leer un libro, pero mis pensamientos no me dejaban escuchar la voz
que iba contando todo aquello que sucedía entre las letras. Yo misma era
cociente de que solo una persona podía tranquilizarme, y en ese instante entró
por la puerta con una taza de leche y desprendiendo todo lo que le rodeaba en
el aire. Ni siquiera sé como lo hacía. Ella solo llegaba me daba un beso en la
frente y hacía que se solucionasen los problemas como por arte de magia.
Pero
al día siguiente las cosas cambiaron. Me desperté un poco aturdida pero
nuevamente intenté esconder todo aquello que sentía. Estaba con David
desayunando y sujetaba una pequeña taza de café con la mano, el cual desprendía
u aroma que podía sentirse desde fuera. No era un presentimiento, era una
realidad, como algo que no se puede explicar, solo se siente y al final se
sabe.
Mamá entró, cogió un pequeño trozo de
bizcocho, le hizo un amable gesto a David en la nariz al que este respondió con
una sonora sonrisa. Se volvió hacia mí, y al cogerme la mano me dio un beso en
la mejilla dejando su carmín rojo al borde de mi rostro, y antes de cerrar la
puerta dijo que nos veríamos por la tarde, despidiéndose, quizás para siempre,
con la mejor de sus miradas. Pero antes de salir le dio un efímero beso a papá
acompañado de una dulce sonrisa, la cual era la marca más bonita de su identidad.
Al instante mamá salió de casa, impregnando el pasillo con su perfume, el cual
nunca cambiaba y aquel que permanece ahí día tras día, como si no quisiera
marcharse jamás.
Y
así fue como a partir de entonces las cosas cambiaron y ya nunca más volvieron
a ser lo que eran. Papá entró en casa, con sus intensas pupilas azules
encharcadas. Intentó decir algo, pero las palabras no querían salir de sus
labios de esa manera. Se acercó a nosotros, me agarró fuertemente y sujetó a
David de la mano. En ese momento solo nos abrazó, para demostraba que nos
necesitábamos más que nunca. No hizo falta que dijera, pues a veces las cosas
están en el aire. No hace falta que nadie lo diga porque simplemente se saben,
pero aunque sea duro, hay que aceptar las cosas…o por lo menos eso
intentábamos.
La
echamos demasiado de menos por todo lo que sido y por todo aquello que seguirá
siendo, aunque muchos no lo entiendan. Alguna gente intenta engañarse,
ocultarse a sí mismo todo aquello a lo que tiene temor de enfrentarse. Supongo que
eso es lo que hacía papá. Cada noche lloraba cuando nadie le veía y aunque
jamás nos dijera nada yo sabía que así. Cuando David entraba en su habitación
se secaba rápidamente las lágrimas que discurrían por sus mejillas. Trataba de
ocultarnos todo aquello que sentía, pero era como un buen secreto que se
escondía a gritos. Solía abrazarle cuando menos lo esperaba, pues a veces esto
es todo lo que necesitamos, un abrazo de la persona adecuada.
Intentábamos
llevarlo lo mejor que podíamos, pero en realidad cada uno estaba algo
diferente. David pensaba muy a menudo e ella y cada noche cuando más la echaba
de menos me preguntaba que porqué se había ido y que hacia donde podía mirar
para encontrarla; entonces le cogía su pequeña y blanquita mano para llevarlo hasta
la cristalera de la buhardilla y mirando hacia el cielo de la noche le decía
que buscase la estrella más brillante de todo el firmamento, esa era ella, y
estaba allí para protegernos día a día.
David crecía poco a poco y casi sin darnos
cuenta se hacía mayor. Me preguntaba muchas cosas sobre mamá supongo que le
hubiera gustado pasar más tiempo con ella, aunque en realidad a todos.
Suelen decir que las cosas suceden por algo,
pero esta vez no lo entendía. Nada ni nadie son para siempre, pero intentamos
que se alarguen lo máximo posible. Y es que hay personas que deberían durar
para siempre, porque sin ellas las cosas son distintas. Las sonrisas no se
disfrutan igual, ni los mejores momentos tampoco y lo peor de todo es que
pierdes a una de las pocas personas que estará contigo para siempre. Es como si
una parte de ti te faltara, como si demasiados momentos por vivir se esfumaran,
como si echaras de menos algo que ni siquiera has sentido pero que debería
estar ahí.
Y
yo…yo en todo este tiempo seguía sin querer asumir que se había ido, que ahora
ya no estaba.
Seguía
teniendo cada mañana la misma sensación que cuando ella me daba los buenos
días. Cuando algo me sucedía, hablaba con ella
y aunque nadie me respondía yo sabía que escuchaba. Y lo que más me consolaba
era escribir. Escribía cada vez que lo necesitaba, y aunque cueste creer era la
única manera de retener mis lágrimas. Escribía porque me hacía sentir bien y
porque era la única manera de decir todo aquello que sentía, aunque todo ello
no llegara jamás a los ojos de nadie, excepto a los de ella.
Esto
era lo que más le gustaba a mamá de mí, que tenía la suerte, quizás, de poder
plasmar ante los demás todo aquello que estaba dentro de mí y de descubrirme
simplemente con ello.
Podía
escribir de aquello que se antojase cada noche antes de dormir…el como recuerdo
cuando sonreía y que eso era lo único
que me aliviaba, en como pienso todos los días en ella. Lloraba cada noche
antes de quedarme dormida, pero jamás conseguí soñar con ella. Y aunque para
todos los días pasaban ella parecía estar allí Su perfume permanecía cada
mañana en la entrada y el sol aparecía cada domingo tal y como a ella le
gustaba, todo parecía recordar a ella. Incluso hasta la brisa cada mañana solía
extrañar su rostro.
Era
especial, y no es porque fuera mi madre. Era dulce con todo aquello que le
rodeaba y cuando algo le sucedía sus
ojos dejaban de brillar y tras su sonrisa se escondían miles de pensamientos,
pero jamás dejaba que escapasen, pues hacía como si nada le sucediera cuando
alguien le rodeaba.
Quizás sea una de las cosas que envidiaba a
ella, la capacidad de evadirse de los lugares, de hacer que todo fuese efímero
dejando una marca con su paso.
Y
después de todo lo sucedido y de todo lo escrito, me di cuenta de que esto no
era no que hubiera querido mamá, porque ella disfrutaba y sonreía por todo
aquello con lo que disfrutaba, al igual que yo cuando escribía. Por todo ello
cada vez que algo salía de mí se lo relataba, con una voz que a veces ni
siquiera se escuchaba.
Puede
que fuera una tontería, una sensación sin más y aunque papá, David y yo
estábamos más unidos, seguía sintiendo que ella estaba allí, y es que quizás
jamás se hubiera ido y tal como decía David seguía entre nosotros.
Todavía
recuerda a la estrella más brillante de todo el firmamento y dice que nos
protege, y supongo que a lo mejor no estaba tan equivocado; porque mamá parecía
sonreír con nosotros al igual que dormía acurrucada junto a mí cada vez que se
lo pedía.
Mamá
jamás se había ido, porque cuando solía escribir algo ella estaba junto a mí y
disfrutaba una vez más como lo hacía antes. Supongo que seguía aquí, que
disfrutaba cada vez que sonreíamos de nuevo y que nos besaba a cada unos en la
frente para darnos las buenas noches. Y es que aunque todo esto haya sucedido,
las cosas buenas no deberían cambiar nunca y esto era lo que intentábamos
todos. Y quizás fue por ello que os dimos cuenta de que aunque mamá se había
ido, siempre estaría entre nosotros y que era mejor recordadla con una sonrisa.
Sandra Martínez. 3ºC
domingo, 5 de mayo de 2013
LA VIDA ES UNA AVENTURA QUE DEBEMOS DISFRUTAR- RELATO PARTICIPANTE EN EL III CERTAMEN DE NARRATIVA IES PADRE POVEDA- 2ºCICLO.AUTORA:PAULA HERRERA CASAS
La
vida es una aventura que debemos de disfrutar, muchas veces no sale como uno quiere.
Cuando
somos jóvenes pensamos que los obstáculos que se nos presentan son fáciles de superar,
pero desafortunadamente no es así, muchas veces los problemas no entienden de edad, si eres
hombre o mujer, algunas veces no es posible disfrutar de lo que la edad
requiere.
Cuando
eres pequeño, deseas regalos, amigos y juguetes para poder disfrutarlos, ir al
parque cada tarde, comprar gominolas, etc.
Pero no siempre podrás tener esa alegría y felicidad
cuando tu madre te decía de ir al parque para jugar con tus amigos, porque el
tiempo pasa y los años también.
Cuando esos años pasan nos gustan cosas nuevas, como
salir, estar con los amigos, conocer nuevas amistades, aprender y sobre todo
experimentar cosas nuevas.
Cuando
tu juventud acaba, llega la mejor época, ser abuelitos, para poder recordar
viejos tiempos y con ellos poder reírte y llorar de la alegría, contarle a tus nietos esas historias que tanto te
gustaban , sentirte orgulloso de ti mismo por haber llegado a esa edad y tener a tu
familia a tu lado .
Cuando
tienes 16 años, lo último que piensas es que tu vida se acabe tan pronto.
Un
chico de 16 años, él tenía todo una vida por delante, sus estudios, sus amigos,
su novia y su mayor pasión; el fútbol. Era un niño alegre, divertido, le
gustaba reírse y hacer reír a los demás, era muy querido por sus amigos y sobre todo por su
familia. Él, era tal vez la persona que con poco que tuviese se sentía feliz. No
se perdía ningún partido, la verdad es que era un buen jugador, todos los
querían en su equipo.
Era fuerte, pero a la vez y aunque suene
contradictorio era débil. Sufrió varias caídas, unas por faltas en los
partidos, otras mientras entrenaba, pero él no iba al médico, no quería que su
tiempo de juego cesara.
Un
día su rodilla parecía cansada y el dolor le hizo que acudiera al médico, le
mandaron reposo ya que fueron varias las caídas y golpes que había soportado
esa rodilla. Al salir del médico, su
mundo le golpeó, él no estaba dispuesto a perderse la liga en la que tanto había trabajado, soñado y entrenado.
Así que decidió guardar en secreto ese reposo y
jugar todos los partidos y en ellos marcó bastantes goles.
En
el último partido sufrió otra caída en la rodilla dañada, los médicos tuvieron
que ir a por él ya que no podía levantarse del campo de juego.
Fue
ingresado en el hospital y su rodilla tenia muy mal aspecto, él estaba loco por
salir de allí y volver a pisar el campo de fútbol.
El
tiempo se hacía eterno en aquel hospital, las horas eran largas y no llegaba el
momento de poder salir de aquella habitación, estaba cansado de pruebas, análisis,
radiografías y ningún médico le decía nada, tal vez por ser menor de edad.
Los
días pasaban y pasaban, él quería salir de allí, el cansancio se notaba en su cara y estaba preocupado, cada día preguntaba
que cuando le darían el alta, pero una vez más no obtenía respuesta.
Un
día vio a su madre llorar y pensó que algo pasaba, así que como nadie le decía
nada decidió buscar su informe médico, y en una hoja de esa carpeta , al lado
del bolso de su madre , se encontraba su informe médico , pero no entendía muy
bien esas palabras : ‘Osteosarcoma de tipo condoblástico de alto grado de
malignidad’’
El
tiempo en aquel hospital le hizo saber su significado, tenía un cáncer en la
rodilla y la solución era amputar la pierna para impedir que la enfermedad se
extendiera por su cuerpo. Todos quedaron atónitos cuando él decidió que por
favor no amputaran su pierna, porque era el motor de su sueño, jugar al fútbol,
fue una decisión difícil de aceptar, pero él insistía en que sin sus dos
piernas no sería feliz.
Tuvo
un tiempo de mejora y le dieron unos días para estar fuera del hospital, su pierna no había desaparecido pero
su pelo sí, no le importaba, se ponía una gorra y salía a la calle con sus
amigos, disfrutaba de sus últimos días,
lo que mas le gustaba era ir donde entrenaba su equipo, pero ahora no iba, todos lo miraban con pena y él
decidió que volvería al campo para jugar un partido.
El
médico lo llamo por teléfono, pidiéndole que por favor acudiera urgentemente. Cuando
llego a la consulta, el médico que seguía su caso le informó de que le diera
una respuesta con respecto a su amputación, pero él seguía negándose y diciendo
que sin su pierna no sería feliz, el médico lo intentaba convencer diciéndole
que no era consciente del daño que se podía provocar en su cuerpo, pero él ya
tomó esa decisión y nada ni nadie lo haría cambiar de opinión. Eran muchas las
preguntas que todos sus familiares se hacían al respecto.
Cada
día, estaba peor, no tenia ganas de levantarse, ni siquiera de ir a ver el
partido de fútbol con sus amigos, e incluso perdía el apetito.
Una
noche empezó a llorar, su madre asustada fue a su habitación para ver que le
ocurría, y él le contó que su novia lo había dejado a las pocas semanas de que
le detectaran la enfermedad. A la mañana siguiente se levantó con otro ánimo,
decidió llamar a sus amigos para poder disfrutar el tiempo que los médicos le daban de vida, sus amigos lo
acompañaron hasta el campo de fútbol, él quería levantarse de esa silla y poder correr
y jugar como lo hacían sus compañeros, pero por culpa de aquella rodilla no
podía realizar su sueño, perdió todo el ánimo, no tenía ganas de estar allí y
decidieron llevarlo a su casa.
A
la semana siguiente acudió al hospital para recibir su tratamiento, el día que
le tocaba lo pasaba muy mal, sentía que su juventud y sus ganas de vivir se
estaban quedando entre las cuatro paredes blancas de aquel hospital , el cual
visitaba cada mes mas tiempo. Él intentaba mostrar que estaba bien, porque a
veces sentía mas dolor al ver a sus padres y familiares como lo dejaron todo
para estar a su lado, el cansancio de su madre que luchaba a su lado para superar
este gran obstáculo y como se sentía derrotada por no poder cambiarse por su
hijo, ella hubiera hecho lo imposible por estar en el lugar de su pequeño.
El
tratamiento era duro y lo peor que él no mejoraba, era superior la enfermedad, así
que los médicos tras repetir pruebas decidieron poner un tratamiento mas fuerte
y esperanzador, aunque mas duro para él, tendría que visitar a diario el
hospital, pero sus ganas de vivir y superar esta enfermedad podía con todo. Así
que cada día recibiría el tratamiento.
Pasaron
unos meses y el tratamiento hizo efecto, por fin no tendría que visitar en unos
días en hospital, podría ir a casa y estar tranquilo durante un tiempo hasta
repetir las pruebas.
Durante
este tiempo no echo de menos esas cuatro paredes, decía que eran unas vacaciones
en las que tenia que disfrutar de lo que mas quería que era su familia y por su
puesto ir a ver el fútbol, su equipo lo recibió con gran alegría y cariño,
entro al campo como soñaba, andando y sonriente, aunque con ayuda de unas muletas,
pero estas no les impidieron dar unos toques al balón. No podía hacer muchos
esfuerzos por que se cansaba rápido. Su vida parecía haber dado un giro, sentía
mas esperanza que nunca y sus ganas de luchar no cesaban.
Todo
lo bueno se acaba, y estas vacaciones terminaron con la llamada de el doctor
que seguía su caso, en compañía de su familia escuchaban las palabras que el
doctor decía, cada una de las palabras que pronunciaba se clavaban en su mente,
aunque algunas no quisiera escucharlas.
No
había solución, la enfermedad ocupo no solo su rodilla, sino que se estaba
extendiendo por toda su pierna, el se aferro a la vida con todas sus fuerzas y acepto su amputación, las lagrimas se
adueñaron de él, pero pensó que esa decisión haría feliz a su familia y él
aprendería a vivir sin su pierna.
Antes
de la operación no paso mucho tiempo porque era algo que había que preparar
pronto y todo fue programado para hacer la intervención lo más pronto posible.
El
jueves era el último día que vería su pierna con la que tantos goles marco y a
la que quería a su lado, pero llegaba el momento de despedirse de ella. El
lunes eran las últimas pruebas, no lo podía creer que sería la última vez que
tendría que pasar por esas maquinas.
El
martes una llamada apago todas las esperanzas, el doctor quería verlo, así que
otra vez a visitar esas cuatro paredes blancas, la noticia que le dio fue
horrible, su enfermedad se había extendido por todo su cuerpo, así que no
merecía la pena llevar a cabo la operación programada.
Los
resultados de aquellas pruebas fueron terribles, tenía metástasis y no había
nada que hacer.
Su
vida se terminaba con su pierna como él quería, todo acabo aquella tarde en la
que su corazón dio su último latido.
La
vida no fue fácil para él , solo espero que esté donde esté haya conseguido
sonreír, aquí todos te recuerdan con cariño, diste todo lo que tenias, hiciste
de nuestras vidas algo bonito y singular .
PAULA HERRERA CASAS-3ºA
CONCERTO-RELATO PREMIADO-2º CICLO. III CERTAMEN DE NARRATIVA. IES PADRE POVEDA. AUTORA: MARÍA GÓMEZ REGALADO
“CONCERTO”
Aplauden
durante casi un minuto. Todos esperaban ansiosos su actuación, anunciada en
carteles colocados en la puerta del teatro, en las paredes del conservatorio…
Sabían que lo haría bien, que disfrutarían oyéndola, pero no imaginaban cuántas
horas de ensayo había detrás de ese concierto. Todo ese tiempo podía haberlo
dedicado a hacer otras cosas, o tal vez a no hacer nada, pero prefirió
practicar, para no decepcionar al poco público que sabía que habría y,
especialmente, para no decepcionarse a ella misma.
Cada vez que
tiene una audición importante recuerda sus primeros años, cuando apenas podía
tocar, cuando no le importaba la música, antes de saber que no se le daría nada
mal, que querría dedicar su vida a eso.
Es probable que
ni la mitad de la sala se llene, incluso puede que ni dos filas completas estén
ocupadas, pero ella está nerviosa. Está nerviosa porque no quiere fallar,
porque teme que se le olvide el pasaje en el que se perdió durante el ensayo,
porque tiene que tocar cientos de notas que no verá en la partitura, sino que
las tiene grabadas en su mente. Es mucho más vistoso cuando se toca un
concierto de memoria, pero pocos se paran a pensar el esfuerzo que se está
haciendo al recordar, de principio a fin, seis, o siete, u ocho hojas.
Ha calentado
durante quince minutos, pero ahora tiene las manos frías, y sin embargo le
sudan. Le duelen un poco los dedos. Sabe que si le tiemblan será más difícil
cambiar de posición, pero confía en que sepa mantener la calma.
De camino al
escenario una niña pequeña se fija en su vestido y lo admira. Va sencilla pero
elegante, discreta y deslumbrante. En la punta de sus zapatos se esconden
pedacitos de algodón porque le quedan grandes. Se ha recogido el pelo. Puede
pensarse que es por motivos de estética, le queda bastante bien, pero ella solo
quiere que no le moleste mientras toca.
Sube el pequeño
escalón y saluda sin exageraciones. Aparta el atril; hoy no va a utilizarlo.
Sonríe al pianista que la acompañará en esta ocasión. Él le devuelve la sonrisa
junto con una mirada compasiva, porque sabe lo que está pensando.
Se coloca el
violín suavemente y respira: primero para tranquilizarse, y una segunda vez
para dar la entrada.
Y empieza el
concierto. Primer movimiento. “Allegro”:
Arco arriba y
forte. Enérgico, con fuerza. La primera
nota ha hecho que en la habitación se respire el virtuosismo que desprende. Se
adentra en el pasaje de semicorcheas mientras ruega que le salga bien. Pero ya
lo ha hecho mil veces, y esta es solo una más. Apenas da tiempo a ver sus
dedos. Cambian de posición a la velocidad que una abeja mueve sus alas. Nadie
sabe qué está haciendo, solo saben que les gusta, pero ella conoce cada acorde
por el que pasa, cada cadencia…conoce el sonido de cada silencio.
Pone ganas en
el crescendo y se nota. Llega a un trino preciso, exacto, ni muy rápido ni muy
lento.
Es una parte
tensa. Ritmos rápidos y cambios de primera a cuarta, de cuarta a segunda y de
segunda a sexta. Dobles cuerdas: terceras e incluso alguna décima. Hace que
parezca fácil, pero es lo que más le ha costado. Al principio pensaba que nunca
lo conseguiría, pero ahora está tocándolo, y lo está tocando bien. Más que
bien. Se nota que en su música hay sentimiento. Mientras ella toca imagina una
historia a la que le está poniendo banda sonora. Estas preguntas y respuestas
en sforzando le recuerdan a una pelea. Por eso está tan seria. Por eso, y
porque está concentrada. Parece que vayan a saltar las cuerdas.
Acorde de
tónica.
Para sorpresa
de todos, sigue ahora con algo que no esperaban. La pelea parece haber
terminado. Piano…pianissimo… pequeños reguladores, muy, muy pequeños, casi
inaudibles, pero están ahí y ella hace que se intuyan. ¿Qué está imaginando? Se
imagina a ella misma tumbada en la playa. Está poniendo el sonido al rumor de
las olas.
Va subiendo
poco a poco. Ya va por mezzoforte. Las olas se hacen cada vez más grandes. Es
como si se aproximara una tormenta. ¡Y forte! ¡Allegro y forte! Es la pelea de
antes que se repite aunque transportada una tercera mayor. Son otras notas
queriendo decir lo mismo.
Es consciente
de que se va acercando a un sitio peligroso. No puede desconcentrarse. Fallar una
nota puede llevarla a fallar todas las demás. Cambiar un arco puede
confundirla. Todo debe ir en su sitio. Se muerde el labio. Intenta olvidar que
es difícil. Se dice a sí misma que puede. Y puede.
Ha vuelto la
calma. Va decrescendo… mezzoforte, piano, pianissimo… Nota larga con un
delicado vibrato.
Segundo
movimiento. “Andante”:
Empieza solo el
piano. Todo va bien. Ya apenas está nerviosa. Ahora es el pianista quién le da
la entrada con un pequeño movimiento de cabeza. Parece un susurro. Suave,
despacio… Su mano se mueve delicada. La pulsera plateada de la muñeca izquierda
acompaña al vibrato. Va subiendo en escala hasta llegar a un sol con cuatro
líneas adicionales. Es todo agudo, como si estuviera hablando una niña. Eso es
lo que imagina: una niña pequeña recogiendo flores mientras canta. No sube el
matiz excepto en dos ocasiones. Es monótono pero no pesado. Es bonito. Cierra
los ojos. No olvida una entrada, un bemol o un sostenido, una sola dinámica…
Este no es
precisamente su movimiento favorito. A todo el mundo le gusta escucharlo.
Relaja, llena el aire de calma… pero a ella le aburre tocar despacio. Hace una
subida y al volver a bajar… calderón y acaba.
Tercer
movimiento. “Vivace”:
Lleva ya diez
minutos tocando. ¿Se habrá cansado la gente? Este movimiento es el que más le
gusta. Imagina un barco de piratas. Porque es fuerte, rápido, bueno, muy rápido
y con muchísimos cambios. Da un pequeño acento a cada cambio de arco, como si
se balanceara el barco. No hay cambios hasta después del silencio. El pianista
toca un compás y entonces llega su entrada. Los dos instrumentos se van
contestando. Articula cada dedo y se pueden entender claramente cada una de las
fusas. Hay varias repeticiones del tema principal con alguna pequeña variación.
Llegan al
siguiente tema. Algo distinto. El piano solo acompaña marcando el ritmo. Ella
tiene complicados cambios. Debe dar impulso al arco. Debe ir subiendo el
volumen cada vez más de forma progresiva. Empezó piano y cuando te quieres dar
cuenta está en forte.
Acorde.
Piano solo y su
entrada. Fusas que ascienden. Fusas que descienden. Vuelve a ascender y
desciende de nuevo y puente hacia una última vez del tema.
Por ser el
final toca con más decisión que nunca, con más coraje y, por supuesto,
orgullosa de lo que ha hecho. Se
reconoce perfectamente que es el final del concierto, pero nadie quiere que
termine. Ni siquiera ella quiere terminar, pero todo lo que empieza, acaba.
Tónica.
Dominante. Tónica.
Silencio.
Todos contienen
la respiración. No se escucha nada. Se baja el violín tan suavemente como se lo
colocó hace diecisiete minutos y treinta y cuatro segundos. Inclina la cabeza
hacia delante a modo de saludo.
Estallan los
aplausos. Se escuchan varios “bravos”. Ha sido el resultado esperado. Ha sido
magnífico. Ha sido perfecto. No puede evitar que se le dibuje una sonrisa
mientras baja del escenario y cruza el corto pasillo. La gente la mira al
pasar.
Ya está junto a
su funda, quitando la almohadilla al violín y sigue escuchando los aplausos.
Se apoya junto
a la pared. Cierra los ojos y echa la cabeza para atrás. Respira hondo dos
veces. Se ha quitado un peso de encima.
Al salir varias
personas la felicitan. La saludan. Le dan besos.
Una vez en la calle
siente el frío en la cara, igual que mientras tocaba sentía que le ardían las
mejillas.
Ahora está
segura de que ha merecido la pena todo ese esfuerzo. Sabe que no importa cuánto
le haya dolido el cuello, ni los callos que tienen en las puntas de sus dedos.
No lamenta haber perdido aquella excursión por asistir a su clase. Cuando sus
amigas estaban en la fiesta ella estaba estudiando para un examen, pero está
convencida de que en este momento se siente mejor que todas ellas. Apenas comió
al mediodía porque estaba nerviosa. Se ha agobiado y enfadado varias veces
porque le faltaban horas en el día.
Pero, ¿qué
importancia tienen ahora todas esas cosas? ¿Qué son comparadas con lo que
siente? Las cosas que se consiguen fácilmente no saben igual. Hoy se siente
bien porque trabajó duro para lograrlo.
Es consciente
de que cada año todo será más difícil. A lo mejor hasta las vacaciones no
vuelve a saborear ni un minuto de tiempo libre. Pero es música, porque es lo
que quiere ser. Está contenta.
Esta noche ha
dicho algo especial al público con su “Concerto nº 5”.
MARÍA GÓMEZ REGALADO- 3ºB
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