sábado, 8 de mayo de 2021

LA ALCAZABA

Proyecto interdisciplinar en el que se fusionan los Departamentos de Educación Plástica y de Lengua Castellana y Literatura dentro del marco "Vivir y Sentir el Patrimonio". Los alumnos de 1º de Bachillerato B, alumnos de Humanidades,  escriben las fotos de Miguel Ángel Romacho sobre La Alcazaba de Guadix. El objetivo de esta actividad es fusionar la palabra escrita con las imágenes, descubrir aspectos literarios en nuestra realidad más inmediata y valorar el patrimonio.

 
 
La Alcazaba refleja la belleza del pueblo, la resistencia, la fortaleza, la luz del aire, la esencia sutil del cielo y la tormenta. Magia y nostalgia. Emblemático castillo. Quiero entrar en tu interior y descubrir así  la huella de Guadix.
 
HEYDI YARI CANALES

 

Recuerdos de muros y almenas. Es mi corazón una puerta transparente que me regala cielos estrellados, diamantes oscuros, colores de noche, noche en La Alcazaba.

HEYDI YARI CANALES

 

 

Las paredes de Granada, el misterio de vivir bajo el mismo cielo, las almenas ya lejanas. Tu existencia desprende un viejo olor a tiempo pretérito, a ruinas renovadas, a silencio gentil.

HEYDI YARI CANALES


Tus murallas serán mi resguardo en tiempos venideros, tus espacios formarán una burbuja de seguridad, entro en este indescriptible paraíso. Confortable paseo admirando tu hermosura. Cada día que pasa te siento un poco más.

MARÍA RODRÍGUEZ HERNÁNDEZ


Alcazaba, colosal y gigante, enraizada a la tierra Tu figura arropa los cuerpos con postura maternal, las gentes alaban tu magnificencia.

Fervor en los corazones.

Calor en las almas.

MARÍA RODRÍGUEZ HERNÁNDEZ

 


Deja de admirarla desde la lejanía.Son misteriosas sus paredes pero ¿has entrado dentro? Se acercará la primavera y florecerá más bonita que nunca.Sin embargo, ahora el emblemático ocre se funde con el suelo y ella desea con ansias que tú, aventurero, te adentres en su invierno.

ANTONIO GÓMEZ APARICIO.

Entre las nubes se encuentra un colosal monumento de fuego. Refugio de todo, fotaleza infinita. Si Dios existiera, este sería su castillo.

ANTONIO GÓMEZ APARICIO.


Veo torres altas cuando paseo bajo el sol. Como fuego ardiente me protege y aquí me encuentro, junto a ella. Endulza el paisaje y lo refleja.¡Oh, precioso Guadix! ¡Oh, perfecta Alcazaba!

ANTONIO GÓMEZ APARICIO

 

 

Elevado paraiso, hermosas vistas observo desde tus almenas. Fortaleza de arcilla, diamante en bruto que llenas de belleza las calles, que esparces tu magia por Guadix.

ALEJANDRA TAPIA FERNÁNDEZ



Reconozco las cicatrices palpables en tu fachada, reflejo de tus años de vida. Paulatinamente tu luz se adentra en mi interior. Tú, fortaleza iluminada, me haces dueña de la historia. Tú, misterio oculto, me haces parte de tu esencia. 

ALEJANDRA TAPIA FERNÁNDEZ


Y descubrí la belleza perdida en tus torres, encontré la protección en tu muralla, vislumbré tu majestuoso color ocre, tu erosión, fruto de la magia de tus años. Contemplé la nostalgia en ti. Símbolo de Guadix, que guardas siglos de historia.

ALEJANDRA TAPIA FERNÁNDEZ

 


En una ciudad al norte de Granada se encuentran conversando dos señoras.

-Hola, ¿quién eres? Yo soy La Alcazaba, sultana y mora.

-Encantada. Yo la catedral, católica y sagrada.

-Traigo aires cálidos y piel morena.

-Sí, de fuerza y magia estás llena ¡Qué alegría tenerte de compañera! A Guadix protegerás y con mucho cuidado por los accitanos velarás. Yo te regalo mi amistad y yendo juntas de la mano, todo Guadix nos querrá.

ALBERTO LUQUE HERNÁNDEZ.

 


Un horizonte hermoso veo desde la torre más alta de esta Alcazaba dominada por la frondosa naturaleza. Veo uno de los emblemas de mi tierra: las luminosas cuevas. Desde este punto puedo apreciar de un modo peculiar un amplio mar de tejados, que son cama de este castillo. Ningún otro lugar ofrece tan espectacular y única visión de mi querido Guadix.


Ante ti, fortaleza del que antaño fuese Wadi-as, caigo postrado para admirar la belleza que se conjuga con la imponente majestuosidad de tus muros y torres. Llego para ver más de cerca la corona hecha de arcilla de la que Guadix goza. Contemplo tu muralla que me transporta a tiempos medievales y hace despertar mis raíces ancestrales. Quisiera adentrarme y envolverme con tu magia, respirar tus colores y acariciar el cielo que tus almenas alcanzan.

ALBERTO LUQUE HERNÁNDEZ.

 


En mis ojos te reflejas. Tus llamas de fuego me hipnotizan a cada paso. Recuerdos de misterio, cielo y fortaleza. Entre torres te hallas, escondida entre tus almenas. Absorbida por arcilla y color miel llego al horizonte, llego a ti. Tu belleza ilumina mi rostro. Esplendor que me invade como si de nostalgia se tratase. Y ahí descubro la magia compuesta por aire, acero y resistencia.

LIDIA PÉREZ GONZÁLEZ.

 

Guadix amanece. El sol aparece caramelizando cada una de tus torres. Alcazaba,tú que desprendes aromas de primavera. Tú que brillas dando luz a quien ya cerca está. Años de soledad que se convierten en esta continuidad de piedra, de muro, de cielo.

LIDIA PÉREZ GONZÁLEZ.


Transmites seguridad y energía, tus reflejos de arcilla gritan mi ausencia. No quiero separarme de ti. Deseo tu mirada. Quiero dibujarte siempre, con colores de miel.

LIDIA PÉREZ GONZÁLEZ.


Paseando alrededor de la muralla, en una tarde de estío, mientras la puesta de sol derrama sus últimos rayos sobre el hermoso castillo que tengo delante, veo cómo el color de las paredes comienza a iluminar las calles de Guadix. Y en este justo momento creo que la vida tiene sentido.

ALBA BELLIDO HERNÁNDEZ.



La brisa, haciendo danzar las hojas a su antojo. Las nubes, creando todo tipo de formas en el cielo. Y yo, levantando la vista para contemplar el misterio que habita en cada una de las torres.

ALBA BELLIDO HERNÁNDEZ.


 

Quiero presenciar desde la torre más alta, los primeros rayos del alba. Quiero ver la escarcha cubriendo los tejados después de una noche de frío. Quiero vagar por cada rincón sin echarle cuentas a un reloj...y que el tiempo no sea tan efímero.

ALBA BELLIDO HERNÁNDEZ

 


 

Me perdí en la enigmática Alcazaba de Guadix y divisé sueños sinceros entre las murallas antiguas de la catedral. Esa magia de los sueños se funde con las llamas del fuego y se esconde detrás de la puerta de acero para salir a nuestro encuentro y así embrujarnos con su toque de misterio.

PAULA GARCÍA.



Conviertes en luz las más temerosas tinieblas. El esplendor que te envuelve hace que vuelen suspiros de nostalgia y ensueño. Te adhieres a mi piel hasta fundirte con mis sentidos. De cada uno de tus rincones se desprende la magia. Mirándote intuyo océanos y otros firmamentos.

PAULA GARCÍA.


Amenaza la lluvia, siento la humedad del aire. Puede que este sea el último día del invierno. Mi esencia se aproxima poco a poco hacia las emblemáticas torres de La Alcazaba. Naturaleza que se incrusta en mis huesos otorgándome libertad y seguridad. Mi esencia continúa avanzando, hasta donde yace el misterio, hasta donde nacen las luces.

PAULA GARCÍA.










domingo, 25 de abril de 2021

HUGO CRUZ, GANADOR (EN SU CATEGORÍA) DEL X CERTAMEN DE NARRATIVA EN EL IES PADRE POVEDA. ACTIVIDADES DÍA DEL LIBRO

 

Mi alumno, Hugo Cruz, 3ºESO C ha ganado,  en su categoría, el certamen de narrativa que el IES Padre Poveda celebra cada año con motivo de la celebración del Día del Libro. El jurado ha valorado la ambientación en la Guerra Civil (no muy común en chicos de su edad) y la madurez demostrada ante  la recreación literaria de un drama que afectó a tantas familias: el drama de la ausencia, la incertidumbre y el silencio.

La escritura creativa es magia, es emoción, es recuerdo, es denuncia, es ficción y es una realidad. Por eso es tan interesante practicarla desde el aula, por eso este tipo de premios trabajados y merecidos nos llenan de ilusión. Enhorabuena para Hugo y para todos los participantes. La decisión ha estado reñida y eso solo significa una cosa: que vuestra sensibilidad literaria y creativa se está definiendo cada vez con más contundencia. Felicidades a todos los que usáis la lectura y la escritura como un escape que aporta cierto sentido a vuestra vida.

EN LA SOMBRA DE UNA GUERRA.

HUGO CRUZ.

Aún recuerdo la variedad de colores que se podían disfrutar en el campo de José Matillas, mi padre. Un hombre rudo e inteligente, que nada ni nadie conseguía derrumbar, al que nada le asustaba. Un marco familiar humilde, pero lleno de gentileza, modestia y bondad. A él se le sumaban mi madre y mis hermanos; Emilio y Matías. Solíamos disfrutar rodeados del marrón de la tierra, el verde de nuestros más preciados olivos y el morado de las ciruelas que tanto nos gustaban. A menudo, me quejaba por la cantidad de insectos que accedían a mi “habitación”, o que recorrían las paredes de esquina a esquina, algo que siempre produjo en mí cierto rechazo. Pero, según mi madre, esto se debía a un supuesto movimiento migratorio de estos bichos cuya única finalidad era encontrar cobijo para el invierno. Si así fuera, no entendería el porqué del continuo intento de acabar con ellos o la exaltación que presenta mi familia al verlos… y es que la realidad es otra. Vivimos en la casa de campo desde que unos hombres vinieron a desahuciarnos. Mis padres no tienen dinero para arreglar todo aquello que parece caerse encima. Las hormigas entran por la ranura de la oxidada puerta de metal, y mi madre lo único que pretende es hacerme ver una vida que no tenemos, la cual piensa que aún me creo, la misma que todavía finjo, y por la que hoy he de vivir en esta aparente normalidad. Era costumbre que Ángela, mi madre, saliera a pasear después del almuerzo, pues como ella decía; “el que bien come y bien digiere, solo de viejo se muere”. Pero esta vez, no fue así. Recorría el largor de los campos vecinos, canturreando algunos de los más tradicionales cancioneros. Llenaba aquel inmenso vecindario solo con su relajante voz, y un mensaje lleno de esperanza en sus letras. Paradójico, ¿verdad? Con una de las más crueles ironías de la vida, llegaba un episodio del que no pudimos pasar página. De hecho, aquel doblez de hoja dejó marcado el libro. Tras los asesinatos del teniente de la Guardia de Asalto, José Castillo y el diputado José Calvo Sotelo, rondaba por el pueblo la noticia de un posible gran enfrentamiento entre el Bando Sublevado y el Democrático, a consecuencia de un Golpe de Estado fallido. A priori, pensamos que ello no conllevaría grandes consecuencias en nuestras vidas, y mucho menos que nos pudiera perjudicar de tal forma. Incrédulos.

Fue al cabo de unos meses, cuando el peligro acechaba por las zonas colindantes, y nuestro temor aumentaba progresivamente. Siempre noté a mi padre temeroso, aunque mostrando cierta indiferencia para transmitirnos un mensaje de tranquilidad. No obstante, era notorio el miedo en el ambiente promulgado por parte de todos. Excepto yo, que siempre supe qué iba a pasar. Escuchamos disparos en la calle, quedaron atónitos ante tal suceso. Respiré hondo. Papá nos dijo que nos escondiésemos. Mi madre, asustada, elevó la falda de la mesa para adentrarnos en ella. Acto seguido, comenzó a cerrar las ventanas de manera sofocada y los candados quedaron bloqueados. A pesar de ello, una gran incógnita seguía protagonizando aquel entorno de pánico y temor, acompañada del temblor en las manos de mis hermanos y una voz quebrada que sollozaba bajo la mesa. Supongo que bajo nuestra infinita inocencia, reinaba la peligrosidad del momento. Minutos más tarde, golpearon fuertemente la puerta de nuestro humilde campo. Un grito de mamá rompió el desequilibrado silencio al que mi padre puso fin tapándole la boca de manera casi instantánea. Mis latidos se aceleraban a medida que el puño de aquellos hombres aporreaba hasta las ventanas de casa. Matías, mi hermano más pequeño, quería salir al encuentro con mi madre, pues lo único que necesitaba era un abrazo que le brindase la protección de la que carecía, pero yo lo retuve al momento. No era justo que él se viese también involucrado en aquel escenario, por lo que nos mantuvimos al margen, escondidos, controlando inclusive la intensidad de nuestra respiración. A través del pequeño hueco existente por la rotura de las sayas de la mesa, se revelaba un escenario prácticamente pusilánime, oscuro, frío. Escondido tras las cortinas (que con tanto gusto mi madre tejió), se hallaba mi padre y, con él, el miedo que desprendía. Notaba el sudor de su frente, el terror en sus ojos, a la vez que gesticulaba para que guardásemos silencio y estuviésemos tranquilos. Mientras tanto, intentaba transmitirle de forma no verbal que huyese por la puerta trasera de la cocina, pero él, seguro y conciso, se mantuvo en pie. Supongo que ya sabía que las consecuencias serían peores y únicamente agravaríamos el peligro de la situación, pues al fin y al cabo, el desenlace prometía ser el mismo. Aquellos hombres, a base de golpes, consiguieron derrumbar la puerta. En aquel momento, solo pude taparle los ojos a mi hermano menor, y abrazarlo con una reciedumbre que ni yo mismo supe de dónde salió

Honestamente, no tenía ni idea de qué estaba pasando, ni cuál sería el paradero de mi padre. Pero sí tuve algo muy claro, y es que no lo volvería a ver. Debajo de la mesa y con los ojos bien apretados, nos encontrábamos dos niños de 7 y 11 años que lloraban internamente la marcha de su padre. Y, con el intenso llanto de una madre y un portazo que estremece hasta las paredes de una humilde casa de campo, comienza la peor de las pesadillas. Unos cuantos silenciosos segundos determinan el desenlace de aquella escena, en la que, tras cruzar miradas temblorosas con mi madre, esta se dirige hacia mí para hacerme saber que todo iba a estar bien, excepto ella, que cayó al suelo, rota de dolor. Al cabo de unas horas, todos los hombres del pueblo quedan inmersos en un tren de color verde albahaca, con matices oscuros, que tenía como destino el final de aquellos inocentes luchadores. Mi madre, tras recomponerse y sacar la fortaleza que aguarda en su interior, sale completamente decidida hacia aquel tren que tantas vidas llevó consigo. Yo, sin pensármelo dos veces, corro detrás de ella para poder despedirme de mi padre. Lamentablemente, a lo lejos de aquellas ruidosas vías, se apreciaba una nube de humo que iba haciéndose prácticamente invisible en cuestión de segundos. El tren ya había salido. Mi madre, abatida por la situación, comienza a gritar despavorida, mientras que las vecinas allí presentes la tratan de calmar y socorrer. Dicen que hay recuerdos que nunca pueden ser olvidados por mucho que procures hacerlo... a mí, este me atormenta, me persigue, y lidera mis peores pensamientos. Pasaban los días, semanas, meses… y no sabíamos nada del transcurso de esa maldita conflagración. A mi pueblo casi no llegaban noticias, y era prácticamente imposible estar al tanto de lo que pasaba ahí fuera, aun más teniendo en cuenta el factor agravante del peligro que corríamos, pues no sabíamos qué podía llegar a pasar en cualquier momento. Además, los medios estaban comprados, ya que la información de cada uno de los bandos enfrentados ejemplificaba el soporte ideológico e incluso estético que representaban, adueñándose así de los más importantes métodos de transmisión de noticias, por lo que nos era imposible conocer la verdad absoluta o, al menos, parte de ella.

Lamento mucho ser la persona que tenga que dar voz a aquellos que se vieron coaccionados a gritar, y vivir en la sombra de una guerra. Sentir el deterioro de una familia que está atada a la desgracia, mientras continúa la esperanza del regreso de mi padre. Una esperanza que va disminuyendo en función del paso del tiempo. Agotable. Y… ¿sabes qué? A través de los ojos de un niño de 8 años se encuentra la inocencia en su estado más puro, pero no es nada fácil ser un niño en un mundo de adultos. Contemplar un escenario que ahora se vuelve negro, adoptar la figura paternal y ser consciente de una situación que, por el bien de tu familia, has de disimular, supone la completa exterminación de una infancia imposible de recuperar. Poco a poco fui creciendo y, proporcionalmente, entendía el porqué de muchas de mis incógnitas, la más profunda de ellas, por qué mi madre llora desconsolada, si jura que mi padre volverá. Al fin y al cabo solo quería hacernos ver que mi padre estaba de viaje, y prometía un regreso no muy lejano. Le hacía pensar que creía sus milongas con el fin de despertar en ella un pequeño rayo de satisfacción, aunque ello no supusiese prácticamente nada en una vida que ya estaba apagada. Pero fue el 1 de abril de 1939, cuando supe que todo había acabado. Llegó al pueblo la noticia de que el Bando Nacional poseía el poder y la autoridad. Los que sobrevivían, estaban de vuelta en sus hogares. Carmen, la vecina de enfrente, gritó hasta hacer saber a todo el vecindario que su marido había regresado a casa. Sin embargo, mi padre no volvía, ni volvió, ni volverá. Nuestro familiar y humilde campo donde reinaba la felicidad, ya no era más que la fase introductoria al posterior deterioro de todo aquello que amanecía colorido, de todo aquello que ahora es negro, y de todo aquello que alimentaba nuestro llanto, e irreparable dolor. Lo llamaban la Guerra Civil.

domingo, 28 de febrero de 2021

EL MEDIOAMBIENTE Y LA DESCRIPCIÓN OBJETIVA.

La descripción objetiva presenta de forma real y precisa las características de lo que se describe. Su finalidad es transmitir conocimientos, por lo que usa un estilo sencillo y un rigor léxico, para que cada palabra designe la realidad descrita. Usando esta modalidad textual he pedido a mis alumnos de 3º de ESO la realización de una EXPOSICIÓN ORAL en la que debían hablar del medioambiente, de problemas medioambientales, de desastres medioambientales provocados por la acción humana, del cambio climático, del desarrollo sostenible. Han elegido libremente el tema que más les ha gustado y este ha sido el resultado. El trabajo debía hacerse sobre cartuliana o papel continuo para exponerlo oralmente.




Claudia y Gloria nos hablaron sobre el Reciclaje y sobre la Necesidad de Cuidar Nuestro Planeta.


Daniel y sus conclusiones sobre la Isla de Basura.





Paula y Antonio explican los Desastres Medioambientales Provocados por el Hombre.



 

María y el Cambio Climático




 

Laura y Natalia y Los problemas medioambientales provocados por el hombre.



Tomás e Ismael nos hablaron de los Desastres Naturales.



Samuel y Miguel nos hablaron sobre la Deforestación.



Cristina y Teresa nos hablaron sobre el Mar de Plástico.


 

Hugo y los Desastres Naturales






Samiha, Miriam y Yasmina nos hablaron sobre el Calentamiento Global



 Abel y el Desarrollo Sostenible


 

 



Y por último Margarita y Lucía que eligieron la Sopa de Plástico.


Gracias a todos por vuestra colaboración.