viernes, 1 de marzo de 2019

COMPONER UN TEXTO A PARTIR DE UN COMIENZO

Les doy a mis alumnos el comienzo de un texto: HAY VENTANAS PARA MIRAR AFUERA Y TAMBIÉN LAS HAY PARA MIRAR HACIA DENTRO. Os dejo una muestra de lo que Elena , Raquel y Patricia han visto a través de esas ventanas.




 Hay ventanas para mirar afuera y también las hay para mirar hacia dentro.
Teníamos la misma conversación, pero ya nada es igual.
Teníamos nuestra propia canción, pero ya no la puedo escuchar.
 Me hablabas cariñosamente, y eso solo me destrozaba más.
 Pues mi felicidad disminuía al saber que con otra estás.
Al momento de saberlo, como una idiota actué, fui una chica orgullosa, y ahora sé que me equivoqué.
Todo mi alrededor estaba ardiendo, y tus palabras solo me enfurecieron.
¿Qué pasó? ¿Qué pasó? Se acabó.
Solo quería alejarte de mi vida, tal como hace un tren en su ida.
Y ahora me arrepiento, hice perder todo este tiempo.
Lo siento, sé que te fallé, y también te engañé al decir que lloré.
Creí que tendría una vida feliz sin ti, pero no fue así.
Fui joven, fui tonta para darme cuenta de que debí comprarte aquellas flores, debí darte mi tiempo, debí llevarte donde quisieras, porque solo querías bailar.
Y ahora estás bailando, pero bailas con otra que no soy yo.
Y aunque duela, seré la primera en decir que te amé.
Espero que ella te compre esas flores, te dedique su tiempo, te lleve donde quieras, porque recuerdo lo mucho que amabas bailar.
Que haga todo lo que debí hacer yo, cuando era tu amor.
Pero en un futuro sabré, que todo cambiará, pues la felicidad llegará igualmente.
Y a partir de hoy no pienso buscar el amor, pues antes de eso, debo amarme yo.

Elena Requena Pérez.
1º Bachillerato B.





Hay ventanas para mirar hacia afuera y también las hay para mirar hacia dentro, y es cuando nos fijamos, y pensamos, y decimos que…y sí, que para vivir a lo sencillo necesitaríamos un mundo en el que nunca nadie hubiese entrado normalmente, por lo que nos convertiríamos en las estrellas de ese cielo, cielo que muy pocos admiran, un cielo lleno de locura, un cielo resplandeciente, un cielo sonoro, un cielo estrecho y fugaz.
También podríamos dar luz a lo que viésemos que necesita ser luminoso; podríamos dar vida a lo muerto, vida; podríamos convertir las cosas en insignificantes, en nada o en algo; pero lo verdaderamente pendiente es una convivencia juntos, una convivencia en manada, sin pensar en problemas, sin pensar en lo inconveniente, puesto que si nos centrásemos en lo problemático, entraríamos en fase de alteración, y engaño, y desesperación, y amargura, por tanto ese nuevo mundo sería único, tan único para unos y tan simple para otros.
Observaríamos seres mitológicos, que vivirían en un bosque, bosque oscuro y brillante, bosque que encanta oscuridad que asusta, silencioso en el día, ruidosos en la noche. Estos seres tendrían grandes capacidades visuales, capaces de ver una hormiga desde Francia a Dublín, desde Roma a Pamplona.
Las personas seríamos ricas, tendríamos tanto dinero y tanta felicidad como nunca antes nadie había tenido, aún estando en un poco en estado anímico, pero por desgracia, cada sabio con su sabiduría.
A media tarde los ríos cantarán, y al anochecer los árboles silbarán. La tierra sería tan mojada como la lluvia, y el aire tan tenue y suave como brisas de verano, como terciopelo de guepardo.
Cada miembro viviría en su casa, en su calle, en su avenida, en su lugar; muy quieto, muy parado, pero en el mismo estado.
Nos mantendríamos para poder alimentarnos de la tierra que da los frutos, así que nos planteamos… ¿querría alguien como yo vivir en un lugar como este?
Acercaos y disfrutad, que soñar es una gozada.


                                                          RAQUEL MARTÍNEZ HERNÁNDEZ.1º BACHILLERATO B

  




Hay ventanas para mirar hacia fuera, pero también las hay para mirar hacia dentro.
Ayer, en sueños, miré tras ellas sin esperanza,
sin esperanza para hallar luz al final del túnel,
sin esperanza para salir de este círculo vicioso
que se hace llamar vida.
Resulta superfluo mencionar
que no me sorprendí al confirmar mis sospechas.
Ante mis ojos surgía una inmensidad azul, la gran inmensidad azul.
Las olas que susurran tu nombre me mecen
al compás de los recuerdos de aquella noche oscura.
Ahora, perdida, se me hace imposible encontrar
una razón para irme de aquí y despedirme de ti.
He sacado el coraje y las agallas desde lo más profundo y lo más oscuro, pero,
¿realmente valdrá la pena?
Antes de irme, espera,
¿acaso no eres capaz de ver la brisa que despeina nuestras ideas?
¿acaso no sientes el olor de la arena que queda detrás de ti, detrás de nosotros?
¿acaso no notas el sabor a sal que inmortaliza el morir en cada surco de tu piel?
Qué idiota, siempre esperé más de lo que debía esperar
de alguien que no cree en la compasión, de alguien que no cree en más allá de si mismo.
El problema de la ignorancia
es que convierte al egoísmo en un cáncer:
yo te di la vida y tú te la quitaste,
creando un vacío repleto de lo que pudo haber sido y no fue.
Pero basta de rencores, de odio, de ira, de venganza, de agotamiento, de perder el tiempo.
Ahí fuera las estrellas siguen brillando para que algún día las alcancemos,
como niños que logran sus sueños.
Hay ventas para mirar hacia fuera, pero también las hay para mirar hacia dentro.
Ayer, en sueños, miré tras ellas

y pude ver que, a pesar de haber sido efímeros, fuimos inconmensurablemente inefables.

Patricia De Haro

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