viernes, 1 de marzo de 2019

TRABAJAMOS LOS MICRORRELATOS


Los inicios están dados. Tienen que buscar un planteamiento, un nudo y un desenlace. Tienen que ser breves y además tienen que conseguir que el final sea impactante y despierte eso que llamamos Extrañamiento, en el lector.



El baúl de los juguetes está cada vez más vacío, el eco de las paredes se me hace escandaloso, y el estrecho sillón se me hace enorme.
Solía acurrucarme sobre el regazo de tu suave y sensible piel, escuchando fascinada tus grandes batallas, mientras mis manos jugaban al son de tus palabras con mis simples juguetes. Te hecho de menos abuelo, aquí me haces falta.
Miré hacia un lado de ese gran sillón, y aún con sus yemas de los dedos sobre mi pelo, vi una inmensa luz, y una gran voz que gritaba: ¡está despertando del coma!


Raquel Martínez.







El baúl de los juguetes está cada vez más vacío, al igual que el armario, lo retengo todo sobre las manos para tirarlos en la cama y empezar a ordenar. Tengo que decidirme, qué tiro y que dejo, cuales me serán útiles en mi nueva vida.
Cada pieza de ropa la doblo sutilmente y la guardo en la maleta. Ya van cuatro con esta. Cojo mi mochila y doy un último vistazo a lo que era mi habitación. Todo era tan perfecto y bien colocado y ahora está… vacía.
Bajo las escaleras, toda la casa se siente fría al verla sin ningún mueble a mi alrededor.
Rápidamente llego al coche y meto mi última maleta. Arranco el auto y miro la hora, solo faltan diez minutos para que exploten las bombas. Mi crimen está hecho, mi vida de sicaria ha empezado.

Elena Requena.



Era lo único que podíamos hacer por él, dadas las circunstancias…No queríamos hacerlo, sabíamos que pasaría, pero al verlo, él estaba tan asustado como nosotros. Mi amigo cogió el martillo y se lo acercó, iba a golpearlo, pero parece ser que él pensó igual y tenía un martillo que nos amenazaba.
Atacó… haciendo añicos el espejo.
Bien, ahora estamos en líos, mi madre nos escuchó. Adiós al ordenador nuevo que quería.

Elena Requena.



Nos comimos a unos cuantos vecinos para no defraudar. ¿Y qué podíamos hacer? Las reglas eran así, yo no las creé. Ella me veía asustada, me decía que no lo hiciera, miré a los demás esperando su respuesta: asintieron diciendo que lo hiciera.
Lo siento, pero, quiero ganar… Me la comí.
Gritó frustrada. No le quedaban fichas.
No es mi culpa que el parchís solo tenga cuatro fichas por equipo.
¡Ah! Te volví a comer otra, venga, echa para atrás.

Elena Requena.



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